Cristo te ama

9.- El Pan Nuestro De Cada Día

BASE BÍBLICA:
Mateo 6:11
11 “Danos hoy el pan nuestro de cada día”.

INTRODUCCIÓN:
De las siete peticiones que enseñó Jesús en el modelo de oración conocido como el Padre Nuestro, la primera que tiene que ver con nuestras necesidades es: “Danos hoy nuestro pan de cada día”.
La palabra pan en hebreo lékjem significa alimento, comida, provisión, hogaza de pan. En tiempos de Jesús, el pan era el alimento básico en la dieta de los judíos, y lo había sido durante muchos años. Decir estas palabras (Mateo 6:11) implica una doble petición: por una parte, la porción suficiente para cada día, de lo que necesitamos para sustento de nuestro cuerpo; por otra, este pan del que habla Jesús no se limita al alimento producto de la tierra, sino al alimento indispensable para nuestra vida espiritual, al Pan que sustenta la vida.

El pan nos recuerda nuestra dependencia diaria que nos liga al cielo. La comunión con el Señor es cada día y todos los días.

El pan en el Antiguo Testamento
El pan es un símbolo poderoso en el Antiguo Testamento de la relación entre Dios y su pueblo. La primera mención en la Escritura es la sentencia de Dios para Adán: “Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra…” (Génesis 3:19). El castigo no sería el trabajo, ya que antes de la caída Dios le había encomendado sus responsabilidades, solo que ahora tendrá que ser fatigoso (Salmos 104:14).

El pan era un símbolo de hospitalidad. Un ejemplo de ello lo vemos con Abraham al recibir a sus tres visitantes: “… y yo traeré un pedazo de pan para que os alimentéis, y después sigáis adelante… Entonces Abraham fue de prisa a la tienda donde estaba Sara, y dijo: Apresúrate a preparar tres medidas de flor de harina, amásala y haz tortas de pan” (Génesis 18:5).

Cuando Dios guio al pueblo de Israel en el desierto, les dio pan todos los días en forma de maná; con esto les mostró que estaba siempre con ellos y veía por sus necesidades (Juan 6:31-32).
Dios ordenó que se preservara un maná fresco, y se guardara en el Arca del Pacto, como recordatorio de su provisión: “Y Moisés dijo: Esto es lo que el Señor ha mandado: ‘Que se guarde un gomer lleno de maná para vuestras generaciones, para que vean el pan que yo os di de comer en el desierto cuando os saqué de la tierra de Egipto’” (Éxodo 16:32).

Fue utilizado como ofrenda de gratitud: “Ofreced también pan leudado en ofrenda de gratitud, y proclamad ofrendas voluntarias, dadlas a conocer, puesto que así os place, hijos de Israel —declara el Señor Dios” (Amós 4:5).

El más significativo e importante uso del pan en la Biblia es en la relación de pacto con Dios, colocado dentro del lugar santo en el templo: “Tomarás flor de harina y con ella cocerás doce tortas… Y las colocarás en dos hileras, seis en cada hilera, sobre la mesa de oro puro delante del Señor… para que sea porción memorial del pan, una ofrenda encendida para el Señor… es un pacto eterno para los hijos de Israel” (Levítico 24:8).

El pan en el Nuevo Testamento
El pan es un elemento que encontramos desde Mateo hasta el Apocalipsis. En ocasiones es referente al pan físico y, en otras, al alimento espiritual. En el ministerio de Jesús, está presente como parte de su comida (Lucas 14:1), en sus milagros (Mateo 19:21), en parábolas (Lucas 11:5-8), como símbolo de su cuerpo (Marcos 14:22), en nuestra relación personal con Él (Juan 6:56), como el Pan que viene del cielo (Juan 6:51) y como Pan de vida (Juan 6:48).

Jesús el Pan de vida
Así como necesitamos cada día el alimento para el cuerpo, es primordial buscar diariamente el alimento espiritual (Mateo 4:4). “Jesús les respondió y dijo: ‘En verdad, en verdad os digo: me buscáis, no porque hayáis visto señales, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado’” (Juan 6:26).
Estas palabras las pronuncia Cristo unos días después del milagro en que alimentó a miles de personas. Muchos lo habían estado buscando porque querían hacerlo Rey, por el increíble prodigio que había hecho (Juan 6:14-15). Pero Jesús sabía sus verdaderas intenciones: no lo estaban buscando sinceramente o porque creyeran en Él; lo buscaban porque querían más pan. Estaban muy preocupados por sus necesidades terrenales.

Jesús muestra un claro contraste entre las prioridades de las personas y las cosas que son verdaderamente importantes (Juan 6:27). “Entonces le dijeron: ‘Señor, danos siempre este pan. Jesús les dijo: Yo soy el pan de la vida; el que viene a mí no tendrá hambre…” (Juan 6:34-35).

Esta afirmación la repite en tres ocasiones (Juan 6:35, 48, 51). Él es el verdadero Pan que viene del cielo (el maná solo fue un símbolo de Jesús), el Pan que tiene el poder sustentador de la vida. Creer en Jesús significa participar de Él, el verdadero Pan del cielo.

El pan en la comunión
Cuando Jesús celebra la cena de la que sería la última Pascua antes de ir a la cruz, dio gracias, partió el pan, lo compartió y les dijo: “Esto es mi cuerpo” (Marcos 14:22). Luego les dio vino y declaró: “Esta es mi sangre del nuevo pacto, que es derramada por muchos” (Marcos 14:23-24).

Jesús transformó el significado de los elementos de la cena pascual en los símbolos de un Nuevo Pacto; el pan representa ahora su cuerpo, el cual fue entregado en la cruz, y la copa, su sangre, la cual sería derramada para el perdón de los pecados, los requisitos de Dios y del antiguo Pacto, que fueron satisfechos una vez y para siempre. Ahora la comunión (acción de gracias) es una celebración, un recordatorio de lo que Jesús hizo por amor a nosotros.

El pan en dos fiestas levíticas
La fiesta de panes sin levadura forma parte de la fiesta de la Pascua, que recuerda la salida milagrosa de Egipto, y ambas se consideran como sinónimo (Lucas 22:1). En la fiesta de la Pascua se come pan sin levadura, matzá, y en un acto dentro de la cena, se parte el pan en dos mitades.
Este pan partido se conoce como afikomen, el pan de aflicción.
Cuando Jesús celebró la cena de la Pascua con sus discípulos, Él se refiere a este pan como su cuerpo, el que sería partido por nosotros para darnos eterna redención (Lucas 22:19).

PREGUNTAS PARA REFLEXIÓN:
1. ¿Cuál es el pan que nos da Jesús? (Juan 6:51)
2. ¿Puede Dios proveer para tus necesidades? (Romanos 8:32)
3. ¿Debemos compartir el pan con otros? (Proverbios 22:9)
4. ¿Hay otro tipo de hambre? (Amós 8:11)
5. ¿Has probado el Pan de vida?

CONCLUSIÓN: Jesús nos enseña que en la oración lo primero siempre es dar gracias y glorificar al Padre, y luego pedir por nuestras necesidades. Debemos ir diariamente al Padre, no solo a pedir la provisión necesaria para nuestra subsistencia, sino buscarlo en oración y leyendo su Palabra para alimentar nuestro espíritu, con el Pan que viene del cielo y que nos da vida eterna.
“Bienaventurado todo el que coma pan en el reino de Dios” (Lucas 14:15).

ORACIÓN:
Gracias, Padre, porque eres bueno, gracias por todas tus bendiciones, gracias porque Tú siempre suples todas mis necesidades. Vengo a pedirte que tu Presencia llene mi vida, y que me des del Pan que viene del cielo para que alimentes mi espíritu y llenes mi alma de gozo y paz. Te lo pido en el nombre de Jesús, amén

EPN-ESTUDIO 9

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