Cristo te ama

4.- Dominio Propio

El dominio propio es la capacidad que nos permite controlar nuestras emociones y no que estas nos controlen, logrando la posibilidad de elegir lo que queremos sentir en cada momento de nuestra vida. Nosotros somos los actores o hacedores de nuestra vida ya que de las pequeñas y grandes elecciones depende nuestra existencia; tenemos la importante posibilidad de hacer feliz o no nuestra vida, a pesar de los acontecimientos externos.

Esos acontecimientos no son los que manejan nuestra vida, sino nosotros mismos, como sujetos activos manejamos nuestra felicidad dependiendo de la interpretación que hacemos de ellos. Somos lo que pensamos, y si aprendemos a controlar nuestros pensamientos también así podremos controlar nuestras emociones.

El derecho de vivir es un verdadero privilegio que pocos pueden apreciar como realmente deberían hacerlo. La vida viene a ser más importante, más seria y a veces más desafiante, a medida que que se avanza en ella. Coloca sobre el individuo la responsabilidad de dejar un memorial mucho más grande y duradero que la lápida colocada en su tumba.

Los cristianos tenemos que darnos cuenta cuán importante es que nos conformemos a los principios divinos. El domino propio significa que nos alejamos del pecado y hacemos solamente lo que es correcto. La persona disciplinada conoce y entiende la ley de Dios y no hace nada que esté fuera de su límites.

Si el cristiano quiere tener un testimonio poderoso y ser un buen siervo de Dios, debe ejercer el dominio propio, el control sobre sí mismo, la temperancia y la compostura designados para esto.

I. POR QUÉ ES TAN IMPORTANTE TENER DOMINIO PROPIO
1. Demostramos sabiduría.
El necio da rienda suelta a su ira, pero el sabio la reprime (Proverbios 29:11).

Necio es quien insiste en sus propios errores o se aferra a ideas o ideas equivocadas que demuestran poca inteligencia, y no puede retener el consejo.

2. Nos ayuda para no pecar.
Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo (Efesios 4:26).

La Biblia no nos dice que debemos evitar sentir enojo, pero sí que debemos saber controlarlo apropiadamente. Si somos descuidados al hablar, el enojo herirá a otros y destruirá las relaciones. Si lo guardamos, originará amargura y nos destruirá por dentro. Pablo nos dice que debemos enfrentar nuestro enojo de inmediato, de modo que edifique relaciones antes que las destruya.

3. Es requisito para servir en la iglesia.
Sino hospitalario, amante de lo bueno, prudente, justo, santo, dueño de sí mismo (Tito 1:8).

El líder adecuado domina sus deseos naturales y los usa para glorificar a Dios. Vive conforme a las normas que Dios ha definido para su propia vida. Ha aprendido a controlar su tiempo y sus actividades para lograr las prioridades que ha determinado para su vida. Es un buen administrador. Esta característica se manifiesta en el autocontrol o autodisciplina.

II. JESÚS ES NUESTRO EJEMPLO PARA ALCANZAR DOMINIO PROPIO
1. Jesús mostró dominio propio en las circunstancias más difíciles.
Porque para este propósito habéis sido llamados, pues también Cristo sufrió por vosotros, dejándoos ejemplo para que sigáis sus pisadas, el cual no cometió pecado, ni engaño alguno se halló en su boca; y quien cuando le ultrajaban, no respondía ultrajando; cuando padecía, no amenazaba, sino que se encomendaba a aquel que juzga con justicia (1 Pedro 2:21-23).

Cuando seguimos el ejemplo de Cristo y vivimos para otros, también podemos llegar a sufrir. Nuestra meta debe ser afrontar el sufrimiento como lo afrontó Él: con paciencia, calma y confianza en que Dios tiene el control del futuro.

III. EL DOMINIO PROPIO ES TAMBIÉN UN FRUTO DEL ESPÍRITU SANTO
Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio; contra tales cosas no hay ley. Pues los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y deseos (Gálatas 5:22-24).

El Nuevo Testamento enseña que el Espíritu Santo fue el encargado de revelar a Dios a los hombres cuando se manifestó en Cristo. Ahora, las evidencias de la vida espiritual en nosotros tienen el mismo propósito, el de revelar a los hombres a Dios, quien mora en nosotros.

IV. ÁREAS DE NUESTRA VIDA EN QUE DEBEMOS TENER DOMINIO PROPIO
1. En lo sexual.
Pues sabéis qué preceptos os dimos por autoridad del Señor Jesús. Porque esta es la voluntad de Dios: vuestra santificación; es decir, que os abstengáis de inmoralidad sexual; que cada uno de vosotros sepa cómo poseer su propio vaso en santificación y honor (1 Tesalonicenses 4:2-4).

Los cristianos deben tener una pasión personal por la pureza sexual que sobrepase la pasión del mundo por las experiencias sexuales. Las relaciones sexuales fuera del matrimonio deshonran a Dios, a nuestra pareja o futuro cónyuge, e incluso a nuestro propio cuerpo.

2. En el enojo (la ira).
Mejor es el lento para la ira que el poderoso, y el que domina su espíritu que el que toma una ciudad (Proverbios 16:32).

La capacidad de permanecer tranquilo bajo la tensión es mejor que el poder militar.

3. En nuestro hablar.
El que retiene sus palabras tiene conocimiento, y el de espíritu sereno es hombre entendido (Proverbios 17:27).

En contraste con el hombre irascible que no puede controlar la lengua, el hombre entendido se mantiene calmado y no es impulsivo en su hablar.

No salga de vuestra boca ninguna palabra mala, sino solo la que sea buena para edificación, según la necesidad del momento, para que imparta gracia a los que escuchan (Efesios 4:29).

El apóstol no se refería solo a las palabras vulgares y groseras, sino a todo lo que no contribuye al bien de los demás: palabras que atacan, humillan, critican, culpan, exigen, burlan, amenazan, lastiman. Incluye el sarcasmo que hiere, el humor que ofende, la murmuración que rompe amistades y otros errores semejantes.

4. Abstenerse de todo tipo de mal.
Absteneos de toda forma de mal (1 Tesalonicenses 5:22).

El mal se presenta en varias formas. Pero no importa la forma en que se manifieste, el creyente debe abstenerse de practicar cualquier especie de mal.

Sea quitada de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritos, maledicencia, así como toda malicia (Efesios 4:31).

Amargura es el espíritu resentido que no acepta la reconciliación; su irritación lo mantiene en un estado de odio. El enojo es el estallido de furia, aunque de poca duración. La ira, en contraste, es el sentimiento más duradero de hostilidad. Los gritos se han descrito como la recia y clamorosa reacción del hombre enojado que hace que todo el mundo escuche su queja. La maledicencia es hablar a los hombres en forma abusiva, calumniadora y difamatoria. La última palabra en la lista resume toda otra forma de malicia que no se ha mencionado.

5. No dejarse dominar por ninguna cosa, aunque sea legítima.
Todas las cosas me son lícitas, pero no todas son de provecho. Todas las cosas me son lícitas, pero yo no me dejaré dominar por ninguna (1 Corintios 6:12).

PREGUNTAS DEL CRISTIANO SOBRE SU CONDUCTA (1 CORINTIOS 6:12)
1. Lo que quiero hacer, ¿es lícito? ¿Lo admiten las leyes y las buenas costumbres?
2. Además, ¿es conveniente para el reino de Dios, el prójimo y mí mismo?
3. ¿Soy yo quien lo decide o me estoy dejando dominar?
4. ¿Con ello glorifico a Dios?
Pues por precio habéis sido comprados; por tanto, glorificad a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios (1 Corintios 6:20).

PREGUNTAS SOBRE EL ESTUDIO
1. ¿Es el dominio propio una de tus virtudes?
2. ¿Tienes hábitos o vicios que te dominan?
3. ¿Tus acciones y reacciones son influenciadas por las circunstancias?
4. ¿Tienes un temperamento iracundo?
5. ¿Tienes a Cristo como tu modelo a seguir?
6. ¿Te gustaría ser una persona mejor?

 

 

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