Cristo te ama

Romelia, la triste ramita

Romelia, la triste ramita (cuento infantil)
Dic. 20, 2010
Por Ana Maria GT
Iniciaba la primavera y Romelia, una ramita seca, yacía en el piso cerca de una viña.
Una viña es un lugar donde crecen muchas plantas que se llaman vides y que producen ricas uvas.
A Romelia, la ramita, le encantaba el lugar donde vivía, porque ahi crecían hermosas las plantas, con mucho follaje, hojas verdes. Romelia se deleitaba en ver como cada año le salían hojas hermosas a estas plantas. Pero Romelia se sentía muy triste, ella quería también producir bonitas hojas… pero no sabía como. Nadie le había explicado como producir esas hojas en ella.
Pasaron los días, y Romelia veía como las plantas, llamadas vid, seguían produciendo además de las hojas verdes, unas bolitas que crecían más cada día. Romelia lo único que notaba era que esas ramitas parecidas a ella, ahora estaban produciendo algo que ella no podía producir. Y se preguntaba: “¿por qué esas ramas se ven tan hermosas, cubiertas de hojas verdes y bolitas que van creciendo y tornándose de color morado?”. Ella quería verse tan bonita como las ramas en las plantas, pero no tenía idea como lograrlo.
Un día notó que un señor salió con una manguera a regar esas plantas, y se dió cuenta como las plantas se alegraban al ser rociadas con agua. Pasaban los días, y el señor salía de vez en cuando por la tarde a regar esas plantas. Romelia pensó: “Ah! Es por el agua rociada en las plantas que pueden producir hojas y bolitas moradas”. Al siguiente día, Romelia, la ramita, se esforzó por llegar a la viña. Se puso junto a las plantas y esperó a que el hombre llegara a echarles agua. Romelia dijo: “Ajá, ahora si, a mi también me caerá agua aquí en donde estoy, y eso hará que crezcan en mi esas bolitas moradas, me veré hermosa!”. Así es que cada día, Romelia se esforzaba en llegar al lugar de la viña para ser rociada con agua. Muchas veces el señor no llegaba por la tarde a regar, pero eso a Romelia no le importaba, ella estaba dispuesta a todos los días hacer el esfuerzo por llegar a la viña para poder ser rociada. No quería que por algún día que ella no fuera, se perdiera de esa rociada de agua que la hacía sentir tan bien.

Pasaron los días, y Romelia seguía sin producir absolutamenta nada, ni una sola hoja, ni una sola uvita. Romelia se sentía desesperada, y se preguntaba: “¿Qué más puedo hacer, estoy dispuesta a poner todo mi esfuerzo para producir esas bolitas moradas”. Pero nada…. por mas que se esforzaba y pujaba, no lograba que saliera nada bonito de ella.
Un día, sentada, sintiendose triste y pensativa escuchó muchos gritos en la viña. Puso atención, y se dió cuenta que eran muchos niños gritando: “¡Ya están las uvas listas, están deliciosas! Ya me comí tres, ¡son riquísimas! Este fruto es delicioso!”. Con mucho esfuerzo, la ramita logró llegar hasta donde estaban los niños. Podía ver el gusto con que ellos disfrutaban el sabor de las ricas y dulces uvas moradas. Romelia, les gritaba: “Niños, niños! Acá estoy, abajo en el piso, escúchenme! Les quiero preguntar algo.» Pero los niños estaban tan entretenidos cortando y comiendo las uvas que no lograban ver a Romelia, y menos escucharla.
Romelia, seguía gritando, esforzándose por alcanzar a los niños que corrían por toda la viña, pero ellos la ignoraban por completo. Romelia sintiéndose muy triste, incomprendida y rechazada se puso a llorar, desesperada porque nadie la escuchaba. Fue entonces, que Sofía, la niña mas pequeña del grupo, alcanzó a darse cuenta que ahí estaba Romelia, agachada, triste y llorando. Sofía se arrodilló para estar mas cerca de Romelia, y le preguntó: “¿Qué te pasa ramita? ¿Por qué lloras?” Romelia voltió hacia arriba y vió a una niña hermosa. Sofía era rubia con ojos azules, cuando hablaba siempre miraba a los ojos, y Romelia notó la atención que Sofía estaba poniendo en ella, eso hizo que se sintiera un poco mejor.
Romelia le contestó: “Me siento muy triste, veo como todas esas plantas producen mucho fruto, deliciosas uvas, que alimentan a muchos niños, y yo no se como lo hacen. Nadie nunca me ha explicado como producir ese fruto. ¿Tu me lo podrías explicar?”.
Sofía le preguntó: “¿Estas segura que quieres saber como producir ese fruto?”. “Claro que sí, haré todo mi esfuerzo para lograrlo, pero explícame como”, contestó la ramita. “Te lo explicare…” le dijo Sofía. “Pero primero dime, ¿cuál es tu nombre?”.
“Me llamo Romelia, pero eso que tiene que ver, ¿por qué me lo preguntas?”.
“Simple curiosidad” contestó Sofía. “¿Sabes lo que ese nombre significa?”.
“Pues como he de saberlo, si nunca nadie me lo ha explicado”.
“Romelia significa: La muy amada por Dios; y eso significa que no debes de estar triste, porque eres muy amada por el creador del cielo y de la tierra. El sabe lo que te pasa, el sabe que te sientes triste, y por eso hoy, el quiere que te sepas amada por Él.”
“Sí, sí…” contestó Romelia, “Ya sé que Dios me ama, pues el me creo. Pero lo que yo quiero saber es como verme bonita, como producir ese fruto que puede alimentar a tantos niños. Eso es lo que quiero que me expliques…. ¿y tu como te llamas?”
“Me llamo Sofía, y hoy he venido a explicarte eso que tanto quieres saber; pero tienes que poner mucha antención, ¿de acuerdo?”.
“¡Sí! ¡Sí! ¡De acuerdo!”, gritaba Romelia muy entusiasmada. “Por favor, ¡explícame!”.
“¿Tu te llamas Romelia verdad?, tienes un nombre, ¿cierto?”.
“Claro, todos tenemos un nombre”.
“Tu que pasas tanto tiempo aquí en la viña, ¿te has dado cuenta que todas las ramitas que estan produciendo fruto no estan solitas?”, le preguntó Sofía. “¿Has notado que todas están pegadas en un tronco mas grueso y que no se esfuerzan tanto como tú de ir de un lugar a otro, y ni siquiera de pujar, como te vi haciéndolo el otro día?”.
“¿Eh?, ¡que pena! ¿Me viste pujar? ¿Me habías visto antes?” preguntó Romelia un poco sorprendida.
“Asi es Romelia, tu no pasas desapercibida…; pero volvamos directo a tu inquietud de producir fruto. ¿Sabes cual es el nombre del tronco en donde están pegadas todas esas ramitas que son como tú, pero produciendo fruto? ¿Sabes que es imposible que tu puedas dar fruto separada de ese tronco?… El tronco es el que te alimenta, te de savia, y sabes… Tu no necesitas hacer el menor esfuerzo por producir el fruto.”

Sofía continuó: “Todas esas ramas, están dando fruto, gracias a que estan pegadas al tronco. Es el tronco quien se encarga de alimentarlas, y ellas ni cuenta se dan que están produciendo fruto. No se esfuerzan, simplemente permanecen en el tronco. Puedes entender esto que estas escuchando Romelia, ¿tienes oidos?….. Estas ramas a veces ni siquiera se dan cuenta del fruto que producen hasta cuando llegan estos niños, y empiezan a gritar…”.
“Sí” interrumipió Romelia. “Es hasta que los niños llegan, y empiezan a gritar:- ya hay uvas, ya hay fruto, es delicioso!- Yo misma, puedo ver el gozo en las ramas cuando producen este fruto. Veo como están contentas y son generosas al permitir que otros vengan y se alimenten de lo que ellas produjeron. ¡Yo también quiero producir fruto! ¿Qué necesito hacer?”
“Creo que no has entendido bien, Romelia. Tu no necesitas hacer nada, tu no puedes producir fruto. Solamente el tronco principal y SUS ramas, son las que pueden producir fruto, ¿entiendes?”
“Ok, ok…. pero entonces como puedo ser parte del tronco, una de sus ramas, dime, sé que sola no lo podré producir, aunque me esfuerce, pero dime…. dime, porfavor; ¿cómo puedo ser una rama de ese tronco?, quiero serlo YA!” decía Romelia, ya desesperada por escuchar la respuesta.
Y Sofía le contestó: “Romelia, esa respuesta no te la puedo dar yo, ya que yo no soy la creadora de las vides. Busca al Creador, Él te dará la respuesta. Cuando tú reconoces que lo necesitas para dar fruto, cuando tu te das cuenta que sola no puedes, y le preguntas a EL…. Él te dará la respuesta. Permanece en Él, obedece lo que Él te diga, y verás como sin darte cuenta y sin esfuerzo, empezarás a producir un delicioso fruto que alimentará a muchos. Y no olvides…. que cuando alguno de estos niños venga a ti por fruto, tu también lo des de gracia, gratis , así como tu lo has recibido”.
“Creo que empiezo a entender…..” comenta Romelia, “El tronco, La Vid, ¿se llama Jesus?”….

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