Cristo te ama

1.- La oración que prevalece

BASE BÍBLICA:
Marcos 11:23-24
23 “En verdad os digo que cualquiera que diga a este monte: ‘Quítate y arrójate al mar’, y no dude en su corazón, sino crea que lo que dice va a suceder, le será concedido. 24 Por eso os digo que todas las cosas por las que oréis y pidáis, creed que ya las habéis recibido, y os serán concedidas”.

INTRODUCCIÓN:
La voluntad de Dios siempre ha sido tener una cercana presencia y comunicación con nosotros, la que fue interrumpida por el pecado en el huerto del Edén. Adán, Eva y toda la humanidad perdimos el derecho a tenerla directamente, porque Él es santo y no convive con el pecado (Josué 24:19).

La oración es un medio que Dios escogió para que nos relacionáramos con Él; es un diálogo personal en el que abrimos nuestro corazón en su presencia y nos ayuda a permanecer en Él. A través de ella nos conectamos con su poder; es el permiso celestial para intervenir en asuntos terrenales y nuestra oración debe contener: adoración, confesión, petición y acción de gracias.

La oración debe ser una prioridad en nuestra vida, así como fue para Jesús. Esta nos ayuda, pues además de mantener la comunión con el Señor, fundamental para el crecimiento de nuestra vida espiritual. Si queremos que nuestra oración dé fruto, debemos seguir los principios que la Biblia enseña:

Ora con fe
Santiago 1:6-7 dice: “Pero que pida con fe, sin dudar; porque el que duda es semejante a la ola del mar, impulsada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, ese hombre, que recibirá cosa alguna del Señor”.

Decidir y no dudar es fundamental; la fe es el primer principio de la oración. Dios sabe lo que hay en nuestro corazón. Si venimos delante de Él y pensamos que puede ser otra opción y no la única opción, no esperemos ser escuchados; si oramos por costumbre y no con el corazón dispuesto, no obtendremos los resultados que esperamos (Salmos 19:14).

Todo comienza con un deseo ardiente por Cristo y es la oración la mejor oportunidad de manifestarlo, buscando su voluntad, pensamientos, planes y sabiduría (Salmos 27:4).

Pide a Dios por tus necesidades creyendo; aunque ya las conoce, Él quiere que se las traigamos, pidamos su ayuda, consejo, provisión… que dependamos de Él, que seamos perseverantes y que nuestras peticiones sean conforme a su voluntad. Por eso es importante leer la Biblia. Y cuando ores, cree que ya has recibido lo que estás pidiendo; eso va más allá de nuestro pensamiento natural, pues nosotros debemos andar por fe y no por vista.

Ora en el nombre de Jesús
Hay una llave para la oración y Jesús nos la revela; esta llave abre las puertas y las ventanas del cielo. Juan 14:13-14 “Y todo lo que pidáis en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré”.

Jesús es nuestro Mediador, Intercesor, Médico, Abogado, Señor y Salvador. Orar en el nombre de Jesús es reconocer que Él ha abierto el camino para que tengamos acceso al Padre, es ejercer la autoridad que Él nos ha dado a cada hijo nacido de nuevo; nos ha hecho coherederos con Él (Romanos 8:14-17) y significa que estamos en su voluntad.

Cuando tenemos una vida de oración constante, nuestra manera de vivir y de ver las cosas cambian. A través de la oración, el Señor puede transformar nuestra debilidad en fortaleza, nuestra ignorancia en sabiduría y nuestro vacío en plenitud. El Señor Jesús nos ofrece que recibiremos lo que pidamos en su nombre. ¡El nombre de Jesús es sobre todo nombre! Su nombre tiene poder. Jesús pagó por nuestros pecados, venció a la muerte y a Satanás en la cruz, y hoy está sentado a la derecha del Padre intercediendo por nosotros. Cree, confía, y Dios obrará a tu favor.

Ora las Escrituras
Josué 1:8: “Este libro de la ley no se apartará de tu boca, sino que meditarás en él día y noche, para que cuides de hacer todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino y tendrás éxito”.

Para que nuestra oración sea exitosa, la Palabra de Dios debe ser lo más importante; con ella edificamos lo más profundo de nuestro interior, y en tiempos de necesidad estaremos preparados para usar las Escrituras y resistir la prueba. Jesús es nuestro mejor ejemplo cuando fue tentado en el desierto. Él confrontó a Satanás con la Palabra de Dios, al responderle: “Escrito está…” (Mateo 4:4, 7, 10). Jesús no usó otra arma diferente para derrotar al diablo que la que tenemos a nuestro alcance hoy en la Biblia.

Juan 15:7: “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y os será hecho”.

La presencia de Dios está ligada a su Palabra. Todo lo que debemos hacer al enfrentarnos a la tentación y a la duda es creer y declarar: “Escrito está”.
Si guardamos su Palabra estaremos preparados para resistir cualquier ataque (Efesios 6:11-16).

La Biblia es una fuente rica en palabras que enriquecen la oración, y muchos versículos son excelentes para iniciar una conversación con Dios; el secreto es guardar su Palabra y permanecer en ella.

Medita en sus promesas
Proverbios 4:20-22 dice: “Hijo mío, presta atención a mis palabras, inclina tu oído a mis razones; que no se aparten de tus ojos, guárdalas en medio de tu corazón. Porque son vida para los que las hallan, y salud para todo su cuerpo”.

Medita constantemente en la promesas sobre las que basaste tu oración; la Palabra de Dios dice que Él escucha y contesta la oración y, “si guardas su Palabra…”, entonces puedes estar seguro de que verás lo que has pedido; además esto le dará vida y salud a tu cuerpo.
Tenemos que mantenernos firmes; entonces Él se mantendrá firme a nuestro lado y cumplirá su Palabra. Dios llama las cosas que no son como si fueran (Romanos 4:17b); Él llama a dar vida a la estéril, llama sano al enfermo, llama a la provisión en medio de la escasez, llama a la paz en medio de la tormenta… solo tenemos que creer y Él lo hará (Marcos 11:24).

Dale la gloria a Dios
Filipenses 4:6 dice: “Por nada estéis afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer vuestras peticiones delante de Dios”.

La preocupación, la ansiedad y el desvelo no nos ayudan en nada. Dar gracias a Dios y creer que nuestra petición ya fue concedida aun antes de que la veamos realizada es el paso final para el cumplimiento de la promesa, que será en el tiempo perfecto de Dios. Eleva tu corazón a Dios constantemente en gratitud por  lo que ha hecho, lo que está haciendo y lo que hará. Declara con fe y alabanza, no con duda o incredulidad.

Debemos tener pensamientos y palabras de fe; estas nos llevarán a la victoria (Filipenses 4:8). Tener todo lo que Dios ha prometido es tu derecho al ser su hijo.

PREGUNTAS PARA REFLEXIÓN:
1. ¿Oye Dios las oraciones de sus hijos? (1 Juan 5:14-15)
2. ¿Siempre nos dará Dios lo que pidamos? (Santiago 4:3)
3. ¿Qué actitud debemos mostrar cuando oramos? (2 Crónicas 7:14)
4. ¿No sabes qué decir en la oración? (Romanos 8:26-27)
5. ¿Tienes una vida de oración constante?

CONCLUSIÓN: Dios escucha y contesta la oración. El Señor puede responder sí, no o todavía no, pero Él siempre honra su palabra y cumple sus promesas. La oración tiene poder y solo lo veremos si tenemos fe y agradecimiento para Dios. Vayamos delante de su trono de gracia a pedir misericordia y favor; Jesús nos acompaña e intercede. Dios nos espera atento para escucharnos y para tener comunión con nosotros. Él quiere que crezcamos espiritualmente y que andemos en la luz que de Él hemos recibido.

 

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