Cristo te ama

Filipenses 4.- Regocijaos en el Señor siempre

VERSÍCULO PARA MEMORIZAR:
Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez lo diré: ¡Regocijaos!
Filipenses 4:4

BASE BÍBLICA:
41 Así que, hermanos míos, amados y añorados, gozo y corona mía, estad así firmes en el Señor, amados
2 Ruego a Evodia y a Síntique, que vivan en armonía en el Señor.
3 En verdad, fiel compañero, también te ruego que ayudes a estas mujeres que han compartido mis luchas en la causa del evangelio, junto con Clemente y los demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida.
4 Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez lo diré: ¡Regocijaos!
5 Vuestra bondad sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca.

6 Por nada estéis afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer vuestras peticiones delante de Dios.
7 Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestras mentes en Cristo Jesús.
8 Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo digno, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo honorable, si hay alguna virtud o algo que merece elogio, en esto meditad.
9 Lo que también habéis aprendido y recibido y oído y visto en mí, esto practicad, y el Dios de paz estará con vosotros.
10 Me alegré grandemente en el Señor de que ya al fin habéis reavivado vuestro cuidado para conmigo; en verdad, antes os preocupabais, pero os faltaba la oportunidad.

11 No que hable porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme cualquiera que sea mi situación.
12 Sé vivir en pobreza, y sé vivir en prosperidad; en todo y por todo he aprendido el secreto tanto de estar saciado como de tener hambre, de tener abundancia como de sufrir necesidad.

13 Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.

14 Sin embargo, habéis hecho bien en compartir conmigo en mi aflicción.
15 Y vosotros mismos también sabéis, filipenses, que al comienzo de la predicación del evangelio, después que partí de Macedonia, ninguna iglesia compartió conmigo en cuestión de dar y recibir, sino vosotros solos;
16 porque aun a Tesalónica enviasteis dádivas más de una vez para mis necesidades.
17 No es que busque la dádiva en sí, sino que busco fruto que aumente en vuestra cuenta.
18 Pero lo he recibido todo y tengo abundancia; estoy bien abastecido, habiendo recibido de Epafrodito lo que habéis enviado: fragante aroma, sacrificio aceptable, agradable a Dios.

19 Y mi Dios proveerá a todas vuestras necesidades, conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.
20 A nuestro Dios y Padre sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

21 Saludad a todos los santos en Cristo Jesús. Los hermanos que están conmigo os saludan. 22 Todos los santos os saludan, especialmente los de la casa del César.
23 La gracia del Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu.


INTRODUCCION:

Filipenses, como el resto de las cartas escritas por Pablo, es un manual de cómo se debe vivir la vida en Cristo. En el primer estudio veíamos que cuando se vive la vida en Cristo tiene que haber un crecimiento constante, se tiene que ir avanzando en nuestra relación personal con Jesús; las adversidades que se presentan se deben contemplar como oportunidades de bendición; Pablo preso se gozaba, ya que por sus prisiones más gente predicaba de Jesús; y es necesario anteponer el interés de la obra de Cristo a nuestros intereses personales.

En el segundo estudio considerábamos que la vida en Cristo nos hace ver los unos por los otros, el bienestar de los demás debe ser una prioridad para el creyente; que tenemos que estar alertas para no ser engañados por falsos maestros; que con objetivos claros será más fácil nuestra vida en el Señor; que tenemos una nueva naturaleza.

La semana anterior, veíamos que es necesario que veamos los unos por los otros, el bienestar de los demás me atañe. Tenemos que estar alertas a las enseñanzas, identificar lo que viene del Señor de lo que no proviene de Él. Para poder conducirnos correctamente necesitamos tener objetivos claros en nuestra vida. Hay que vivir la vida conforme a nuestra naturaleza; somos ciudadanos del cielo.

I. LA VIDA EN CRISTO DEMANDA VIVIR EN UNIDAD
vv. 1-3 Algo estaba sucediendo entre las mujeres de la congregación, particularmente entre Evodia y Síntique, que llaman la atención del apóstol como una señal de alerta. Antes de que se haga un problema mayor, Pablo les hace un llamado a la unidad. Amoroso, sí, pero firme y categórico: “Que vivan en armonía en el Señor”; el tener al Señor como punto de encuentro debería provocar que cualquier diferencia pudiera ser solventada.

Cuando Jesús ora por sus discípulos y por los que habrían de creer en Él por la palabra de ellos, es decir, nosotros, lo hace en este mismo sentido: “Padre, que sean uno, así como tú y yo somos uno, que ellos también sean uno, para que el mundo crea que tú me enviaste”. Lo veíamos en el primer estudio, que el interés de la obra debe estar por encima de nuestros intereses personales. Buscando que la unidad se preserve siempre, estaremos contribuyendo a que se cumpla el anhelo del corazón de Jesús.

II. LA VIDA EN CRISTO SE DEBE CARACTERIZAR POR EL GOZO
vv. 4-7 Uno de los temas centrales de esta carta escrita por Pablo. Una vez más vuelve a lanzar la invitación: “Regocijaos en el Señor siempre”, y por si a alguien no le ha quedado claro, lo repite: “Regocijaos”. El gozo debe ser una característica intrínseca en la vida de todo creyente. Vivir llenos de gozo no significa vivir en ausencia de problemas. El sabernos redimidos por la sangre de Cristo, que el Señor reina en majestad y está en control de todas las cosas, y que todas las cosas ayudan para bien a los hijos de Dios, nos ha de permitir gozarnos aun en momentos de dificultad o adversidad.

Pablo sabe que el afán y la ansiedad, si les damos entrada, pueden llegar a perturbar ese gozo que nos ha de caracterizar. El tratamiento para las necesidades es la oración. Una vez puestas en las manos del Señor, son asunto de Él. La certeza de que Él escucha y atiende nuestras plegarias nos debe permitir vivir con paz y gozándonos, aunque pasemos por momentos difíciles.

III. LA VIDA EN CRISTO NOS DEBE LLEVAR A SER CONGRUENTES
vv. 8-9 Lo que hacemos refleja lo que pensamos. “De la abundancia del corazón, habla la boca”. La invitación a tener pensamientos nobles es para que estos se traduzcan en acciones concretas. Si nuestra mente está llena de lo verdadero, de lo digno, de lo justo, de lo puro, de lo amable, de lo honorable, de aquello en lo que haya virtud o de aquello que merezca elogio, nuestras acciones estarán marcadas por estos mismos preceptos.

Es de resaltar que Pablo se pone como ejemplo a sí mismo, su conducta y su proceder: “visto en mí”, no solamente lo que hablo y enseño. El testimonio de vida habla más fuerte que las palabras. Dios permita que cada uno de nosotros alcancemos y mantengamos una relación tan íntima con el Señor que seamos un ejemplo vivo que refleje claramente lo que debe ser la vida en Cristo

IV. LA VIDA EN CRISTO NOS DEBE LLEVAR AL DESPRENDIMEINTO
vv. 10-20 La de Filipo era la única congregación que participaba en el sostenimiento económico de Pablo. Era un grupo de creyentes que había aprendido la importancia y el privilegio de sembrar para que la obra de Dios se extendiera. Pablo ve, sí como una ayuda para él las ofrendas que recibía de los filipenses, pero veía en ellas algo mucho más profundo y trascendental que su sostenimiento: “fragante aroma, sacrificio aceptable, agradable a Dios” y “fruto que aumente en vuestra cuenta”. La ofrenda que entregamos se utiliza para cubrir las necesidades materiales del ministerio, pero más que una cuestión material, se trata de una cuestión muy espiritual, es parte de nuestra adoración a Dios, y al hacerlo movemos también el favor de Dios de nuestro lado: “el que siembra abundantemente, abundantemente también segará”.

Pablo había aprendido a vivir contento, no obstante cuál fuera su situación económica. Había vivido momentos de abundancia y había vivido momentos de escasez. La situación económica no debe determinar nuestra vida: “¿No es la vida más que el alimento y el cuerpo más que la ropa?”. Pablo lo tenía muy claro, por eso declara con convicción: “todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.

Finalmente, la promesa, de la que debemos apropiarnos cada uno de nosotros: “Y mi Dios proveerá a todas vuestras necesidades, conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús”. Por esto podemos vivir llenos de gozo y con paz.


APLICANDO ESTE ESTUDIO A MI VIDA

1. ¿Soy una persona que causa divisiones?
(1 Corintios 1:10, Filipenses 2:1-4)
2. Cuando veo alguna situación de división, ¿siempre estoy presto para conservar la unidad? (Filipenses 4:2, Juan 17:20-23, Efesios 4:1-3, 1 Pedro 3:8)
3. ¿Mi vida cotidiana refleja el gozo de tener a Cristo en mi corazón?
(Filipenses 4:4, Jeremías 15:16, Habacuc 3:17-18)
4. ¿Los problemas de la vida me abruman?
( Filipenses 4:6-9, Juan 16:33, Salmos 46:1, Salmos 27:1, Filipenses 4:13)
5. ¿Mis acciones avalan mis dichos?
(Santiago 3:11-13, Lucas 6:45, Filipenses 4:8)
6. ¿Soy ejemplo para los demás?
(Filipenses 4:9, 1 Timoteo 4:12, Filipenses 4:5-7)
7. Cuando veo alguna necesidad, ¿soy generoso para tratar de suplirla?
(2 Corintios 9:6, Hechos 20:35, Filipenses 4:10, Filipenses 4:18)
8. ¿Mi estado de ánimo se ve modificado por mi condición económica?
(Mateo 6:25, Filipenses 4:6, Filipenses 4:12-13)
9. ¿Declaras todos los días que Dios proveerá para todas tus necesidades?
(Salmos 23:1, Filipenses 4:19)


CONCLUSION:

Pablo alabó esta congregación por su amor, su unidad, su humildad, su generosidad. Alabó a Timoteo y a Epafrodito por su amor a la obra y su responsabilidad. No importa cuál sea nuestra condición, siempre podemos hacer algo para el Señor.

¿Cómo lograr un verdadero sentir, en un verdadero amor? ¿Cómo hacer que se vayan los falsos maestros que causan división? Lo que no está en nuestras manos hacer pongámoslo en las manos de Dios.

Hagamos hasta lo imposible por amarnos los unos a los otros. Sigamos el ejemplo de esta congregación en Filipo y, más aún, sigamos el ejemplo de aquel hombre que, a pesar de todas las circunstancias, pudo decir “sed imitadores de mí como yo de Cristo” y en otro lugar dijo “regocijaos en el Señor siempre”, porque, decía él, “todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.
Somos débiles según nuestro pensar, pero en Cristo somos fuertes.

CDP-ESTUDIO4

LVEC-4ESTUDIO

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