Cristo te ama

Estudio 5.- Isaac

BASE BÍBLICA:
Génesis 24:3-4
3 “Los niños crecieron, y Esaú llegó a ser diestro cazador, hombre del campo; pero Jacob era hombre pacífico, que habitaba en tiendas. 4 Y amaba Isaac a Esaú porque le gustaba lo que cazaba, pero Rebeca amaba a Jacob”.

INTRODUCCIÓN:
Isaac (en hebreo yitshak; en griego Isaak, uno se ríe, risa) es el único hijo de Abraham y de su esposa Sara. Isaac fue el hijo concedido en cumplimiento a lo que Dios les había prometido. A la edad de 40 años Isaac se casó con Rebeca, una familiar suya de la Mesopotamia (Génesis 24); pero no tuvieron hijos hasta que, en respuesta a su oración, tuvieron gemelos: Esaú y Jacob. Estos hijos les nacieron cuando Isaac tenía 60 años de edad (Génesis 25:20, 26).

Las preferencias por los hijos tienen un alto costo.
Rebeca sugirió una conspiración, sin tomar en cuenta a su esposo Isaac, para favorecer a su hijo Jacob en heredar la bendición (Génesis 27:1-10). La palabra preferencia tiene acepciones muy impactantes para nosotros como padres, como: querer, anteponer, elegir, distinguir, amar, mimar, favorecer, desear, anhelar, a algo o alguien sobre otra persona. Cabe mencionar que no hay que dejarle toda la responsabilidad a ella. Esaú vendió su primogenitura por un potaje que preparó Jacob (Génesis 25:29, 34) que después lamentó con lágrimas (Hebreos 12:17). Este fue un acuerdo entre hermanos del cual Jacob nunca enteró a su padre Isaac. Sabemos que todo lo oculto saldrá a la luz tarde o temprano (Marcos 4:22). Este favoritismo entre hijos condujo a que la relación entre hermanos quedara destrozada al desear Esaú la muerte de Jacob (Génesis 27:41).

Jacob hizo honor a su nombre, “suplantador”, al engañar a su propio padre “Y le preguntó: ¿Eres en verdad mi hijo Esaú? Y él respondió: Yo soy” (Génesis 27:24, 36-37). A un hijo que tiene la facilidad de rebelarse, mentir y engañar a su padre no le irá muy bien con las autoridades en su vida, ya sean patrones, gobierno y en su futuro hogar como padre.

Las esposas de Esaú
A pesar de que tomaban mujeres de su misma descendencia, Esaú se casó con mujeres cananeas (Génesis 26:34-35, Génesis 36:1-5), una población idólatra que se había corrompido desde el linaje de Cam. Estas mujeres fueron dolor para Isaac y Rebeca: “Ellas hicieron la vida insoportable para Isaac y Rebeca”. Esaú recapacita de esas decisiones y toma mujeres de Ismael, el hijo de la esclava Agar, concubina de Abraham (Génesis 16:15, Génesis 28:6-9). Es de reconocerse el respeto que Esaú le tenía a su padre, y formó una familia con mujeres que no fueran impías como las cananitas. “Vio, pues, Esaú que las hijas de Canaán no eran del agrado de su padre Isaac”.

Las esposas de Jacob
Su madre, al enterarse de que Esaú quería matar a Jacob, lo envía a la casa de su hermano Labán a que tomara mujer de ahí (Génesis 27:46, 28:1-2). Jacob obedece a sus padres: “No tomarás para ti mujer de entre las hijas de Canaán” y fue a buscar mujer a Padán-aram, de las hijas de Labán, hermano de su madre, las cuales serían Raquel y Lea. A pesar de esta instrucción forzada, porque Esaú quería matarlo, es lamentable saber que por este hecho su madre ya no llegó a ver a Jacob con vida. Ella murió sin ver de nuevo a su hijo predilecto.

Afortunadamente, al final hubo una reconciliación entre hermanos y pudieron continuar con sus vidas a pesar del rencor de Esaú y las faltas de Jacob.

PREGUNTAS PARA REFLEXIÓN
1. ¿Eres cauteloso como padre en atender a todos tus hijos y no hacerles sentir menos amor?
2. ¿Estás al pendiente de lo que pasa en tu hogar o eres el último en enterarte?
3. ¿Tienes una buena comunicación con tu esposa en cuanto a tus hijos, o se ocultan cosas sobre ellos?
4. ¿Sabías que el carácter o destrezas diferentes de tus hijos no hacen a uno más valioso que otro, sino que los enriquecen?
5. ¿Has platicado con tus hijos acerca de que será de bendición si se casan con mujeres en la fe cristiana?

CONCLUSIÓN
Como dijimos anteriormente, las preferencias por los hijos tienen un alto costo. Un padre puede empezar a favorecer más a un hijo que otro, a ser más condescendiente con uno que otro, a ser más disciplinario con uno que otro. No podemos adoptar esta forma de conducirnos como padres. Debemos ser justos para todos y llenos de gracia para cada uno de ellos. Así obra Dios con nosotros como sus hijos. Nos ama a todos y vela por nuestro bien (Gálatas 3:26).

Una familia está unida en términos de amor y honestidad por los miembros que la componen, siendo principalmente los responsables de esa armonía el padre y la madre. De lo contrario habría división y contienda que ocasionarían daño al hogar (Marcos 3:25). Seamos padres sabios en cuanto a cómo tratamos a cada uno de nuestros hijos, y evitemos el favoritismo.

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