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Estudio 10.- Isaí

BASE BÍBLICA:
1 Samuel 17:12
“David era hijo del efrateo de Belén de Judá, llamado Isaí, y este tenía ocho hijos. Isaí en los días de Saúl era ya viejo, avanzado en años entre los hombres”.

INTRODUCCIÓN:
Isaí (en hebreo “el Señor es”) fue hijo de Obed y padre del rey David. Isaí vivía en Belén; tenía ocho hijos, de los cuales David era el menor (1 Samuel 17:12-14), y dos hijas, de las cuales la última era hija de una esposa diferente a la madre de David (1 Crónicas 2:16; comparar con 2 Samuel 17:25).

Isaí y el profeta Samuel
“Isaí hizo pasar a siete de sus hijos delante de Samuel. Pero Samuel dijo a Isaí: El Señor no ha escogido a estos” (1 Samuel 16:10).
Cuando Samuel fue a visitar a Isaí para ungir a un rey de entre sus hijos, ninguno de ellos podía entender, al principio, por qué Dios había escogido a David (1 Samuel 16:11).

Algo a destacar en el contacto que tuvo Isaí con el profeta Samuel, fue la sumisión que reflejó. Uno a uno presentó a sus hijos al profeta. Sabemos que los profetas eran enviados de Dios y ungidos con su Palabra para guiar al pueblo. Isaí se sujetó a Samuel, a la vez que este se sujetaba al Señor (1 Samuel 16:1).

En el Nuevo Testamento, podemos decir que un pastor o maestro es igualmente un profeta, ya que tiene un llamado de Dios para compartir la Palabra, de tal manera que un padre es piadoso cuando se sujeta a aquellos que están dentro de la iglesia, a semejanza de como lo hizo Isaí ante el profeta Samuel (Hebreos 13:17, Gálatas 6:6).

La relación con su hijo David
Todo indica que David era obediente a todo lo que le exhortaba su padre. Aunque la Palabra habla poco de Isaí, sí podemos notar algunas cosas en su relación padre e hijo.
David cuidaba las ovejas de su padre como si fueran suyas. Sabía que esa era su tarea dentro del hogar y le rendía cuentas a su padre por la seguridad del rebaño.

“Y Samuel dijo a Isaí: ¿Son estos todos tus hijos? Y él respondió: Aún queda el menor, que está apacentando las ovejas. Entonces Samuel dijo a Isaí: Manda a buscarlo, pues no nos sentaremos a la mesa hasta que él venga acá” (1 Samuel 16:11).
Incluso en sus viajes ante el rey Saúl, ya que este padecía de tormento espiritual y se le aconsejo que David le tocara el arpa para calmarlo, inmediatamente regresaba a cuidar las ovejas de su padre. “Tomó Isaí un asno cargado de pan, un odre de vino y un cabrito, y los envió a Saúl con su hijo David” (1 Samuel 16:20). “Pero David iba y venía de donde estaba Saúl a Belén para apacentar el rebaño de su padre” (1 Samuel 17:15).

Por otro lado, David, por indicación de su padre, ya que estaba preocupado por sus otros hijos, obedecía y llevaba provisiones a sus hermanos que estaban en ese tiempo en conflicto con los filisteos. “Y se levantó David muy de mañana, dejó el rebaño con un guarda, y tomando las provisiones, se fue como Isaí le había mandado” (véase 1 Samuel 17:17-20).

Con esto recordamos algo que dijo Jesús: “El mayor de vosotros será vuestro servidor” (Mateo 23:11). David ya había sido ungido para ser el próximo rey, pero su tiempo no había llegado (1 Samuel 16:13). Mientras sucedía esto, él servía obedeciendo a su padre Isaí y atendiendo las necesidades de sus hermanos en la guerra.

El trabajo y la holgazanería
Isaí no fue un padre tirano dentro de su hogar; él era alguien que tenía una definición clara del esfuerzo, trabajo y dedicación. Enseñó a cada uno de sus hijos el concepto de trabajo y la entrega a este. La Palabra de Dios está llena de citas que hablan del hijo sabio y el holgazán. “Él que recoge en el verano es hijo sabio, el que duerme durante la siega es hijo que avergüenza” (Proverbios 10:5).

En una de las ocasiones que David fue ante Saúl, sacó a luz la labor que hacía para su padre con orgullo y no con vergüenza (1 Samuel 17:34-35). Esto lo podemos contrastar con el holgazán que no quiere cansarse, correr peligros, ni esforzarse por justificar su pereza. “El perezoso dice: «No puedo ir a trabajar ahora porque afuera hay un león y puede matarme” (Proverbios 26:13-14 [versión La Palabra de Dios para Todos]). David, en cambio, estaba dispuesto a enfrentar leones y osos para guardar el rebaño de su padre.

Por el trabajo que hacía David dándole honor a su padre en su hogar, pudo estar delante del rey Saúl. Proverbios 22:29 nos dice: “¿Has visto un hombre diestro en su trabajo? Estará delante de los reyes; no estará delante de hombres sin importancia”. Aquí se cumple efectivamente la promesa del honor a los padres (Efesios 6:1-3).

Los hijos de Isaí, como David mismo, eran obedientes y serviciales con su padre. Isaí se encargó de darles una buena educación en valores y principios de Dios. Cada vez que se menciona a Isaí es dando instrucciones a sus hijos él mismo y ellos acatando con todo respeto.

David protege a su padre
Cuando David fue perseguido por el rey Saúl, Isaí fue protegido, junto con su esposa, por el rey de Moab, en cuya tierra hallaron refugio: “De allí fue David a Mizpa de Moab, y dijo al rey de Moab: Permite que mi padre y mi madre vengan y se queden con vosotros hasta que yo sepa lo que Dios hará por mí” (véase 1 Samuel 22:1-4). Tanto sus padres como sus hermanos se unieron a David y escaparon de Saúl.

El tierno cuidado de David a sus padres ya siendo viejos y temiendo por sus vidas es de gran elogio. “Isaí en los días de Saúl era ya viejo, avanzado en años entre los hombres” (1 Samuel 17:12). Un contraste de deshonra se encuentra en los fariseos, que descuidaban a sus padres por sus tradiciones con el pretexto de darle bienes a Dios y no les quedaba nada para ellos (Mateo 15:5-6).

La reputación de Isaí
“Más vale el buen nombre que las muchas riquezas, y el favor que la plata y el oro” (Proverbios 22:1). El Mesías, hijo de David, recibe también el nombre de «una vara del tronco de Isaí» y «la raíz de Isaí» (Isaías 11:1, 10). El nombre Isaí es continuamente repetido a través de la Palabra sin ninguna tacha para referirse al Mesías que vendría por su descendencia. Esto nos da la idea de la clase de hombre que era Isaí (1 Samuel 17:58, 2 Samuel 23:1, 1 Crónicas 12:18, 26; Hechos 13:22).

PREGUNTAS PARA REFLEXIÓN
1. Isaí fue un padre que inculcó valores y principios bíblicos en su casa. Siempre fue respetada su autoridad y tuvo control en su hogar.
2. La rendición de cuentas es importante para Dios. Al obedecer los hijos a los padres están dando honor a Dios. Sin embargo, un padre rinde cuentas a Él en cuanto al orden y la formación de sus hijos. 3. Este hombre piadoso, Isaí, estuvo dispuesto a estar sujeto a las indicaciones de Dios por medio del profeta Samuel. ¿Lo estamos nosotros dentro de la iglesia hacia los hombres que ha llamado a su obra?
4. El inculcar a nuestros hijos el trabajo y ser esforzados en lo que hacen es un aspecto primordial para ellos; les hace entender el compromiso y responsabilidad. El trabajo los llenará de satisfacciones (Salmos 128:2, Eclesiastés 3:22). En cambio, la holgazanería les traerá solo calamidad (Proverbios 6:6-11, 10:4).
5. En caso de que tengamos padres ya ancianos, ¿tenemos la sensibilidad de velar por sus necesidades y visitarlos, como David con su padre? O hemos sido absorbidos por otras cuestiones y lo religioso, como los fariseos.

CONCLUSIÓN
Isaí fue un padre que tuvo orden en su casa con todos sus hijos e hijas. Sus hijos mayores fueron reclutados a la guerra contra los filisteos y estuvo al tanto de mandarles provisiones (1 Samuel 17:13).

Se sujetó a las indicaciones del profeta Samuel para ungir al futuro rey, y puso en formación a sus hijos después de un sacrificio al Señor Dios con toda su casa. “Consagraos y venid conmigo al sacrificio. Samuel consagró también a Isaí y a sus hijos y los invitó al sacrificio” (1 Samuel 16:5). Nunca se rebeló contra la autoridad de su rey (Romanos 13:1) y estuvo dispuesto a mandar a David para calmar su tormento mental (1 Samuel 16:19-20).

Seamos padres respetuosos de toda autoridad secular y espiritual en nuestra vida. Enseñemos a nuestros hijos la satisfacción del trabajo y no seamos perezosos. En el futuro seremos recompensados por haber hecho lo correcto cuando veamos a nuestros hijos enfrentando la vida con valor por el fundamento que les impartimos en nuestro hogar.

PDLB-ISAÍ 10

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