Cristo te ama

4.- El Trabajo

EL TRABAJO: INICIATIVA DE DIOS
“Entonces el Señor Dios tomó al hombre y lo puso en el huerto del Edén, para que lo cultivara y lo cuidara” (Génesis 2:15).

Desde el principio fue la idea de Dios darle labores al hombre que había creado. Anteriormente, el Señor preparó una vasta vegetación y árboles frutales (Génesis 1:11), por lo cual el hombre cuidaría del huerto que le había proporcionado el Señor como dueño de este; pondría el empeño necesario en todo lo que le había encargado cuidar (Salmos 104:23).

EL TRABAJO Y LA HOLGAZANERÍA
“Porque aun cuando estábamos con vosotros os ordenábamos esto: Si alguno no quiere trabajar, que tampoco coma” (2 Tesalonicenses 3:10).

El Señor sabe que el hombre debe encontrar deleite en su trabajo (Salmos 128:2). El realizar las actividades que atañen a un trabajo evita el ocio y la holgazanería (Proverbios 15:19, 21:25); en cambio, desarrolla la creatividad y la productividad en las diversas habilidades con las cuales el Señor le dotó. “En todo trabajo hay ganancia” (Proverbios 14:23).

“El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad” (Efesios 4:28).

Además de esto, el trabajo evita el hurto al bien ajeno. Pensemos que cuando alguien roba o retiene algo, eso es la recompensa de alguien más por el esfuerzo de su trabajo (Romanos 13:9). No debe retenerlo, porque él no se lo ganó.

El hurto, como el fraude, no proviene de Dios. Al contrario, el esfuerzo y la dedicación siempre son premiados. “La fortuna obtenida con fraude disminuye, pero el que la recoge con trabajo la aumenta” (Proverbios 13:11).

LA SATISFACCIÓN DEL TRABAJO
“Nada hay mejor para el hombre que comer y beber y decirse que su trabajo es bueno. Esto también yo he visto que es de la mano de Dios” (Eclesiastés 2:24).

“Que todo hombre que coma y beba y vea lo bueno en todo su trabajo, eso es don de Dios” (Eclesiastés 3:13).

El Señor proporcionó el trabajo al hombre. Es una fuente de bendición para la economía del hogar y la familia. Nuestra respuesta es decirnos a nosotros mismos que nuestro trabajo es bueno y sin queja. Además de que el trabajo viene “de la mano de Dios”.

LA PERSONA DIESTRA
“¿Has visto un hombre diestro en su trabajo? Estará delante de los reyes; no estará delante de hombres sin importancia” (Proverbios 22:29).

Cada una de las cualidades de una persona en sus labores le abrirá puertas y nunca se las cerrará. Todo patrón se agrada de que sus empleados sean productivos y reflejen sus habilidades.

Ser una persona diestra significa que tiene especial capacidad, habilidad y experiencia en la realización de determinada actividad. Nuestro trabajo es algo importante, y debemos mostrar una correcta mayordomía.

LA GRATITUD
“Será que cuando comáis de la comida de la tierra, elevaréis una ofrenda al Señor” (Números 15:19).

Cada alimento que esta puesto en nuestras alacenas es porque el Señor ha sido bueno por medio de nuestro trabajo. Ser agradecidos es una actitud de todos los días al considerar que Dios nos ha cuidado para tener la comida necesaria, techo, y vestimenta.

Dios, por su lado, se compromete a no desampararnos y nos provee de alimento y sustento. “Yo fui joven, y ya soy viejo, y no he visto al justo desamparado, ni a su descendencia mendigando pan” (Salmos 37:25).

EL EJEMPLO DE JESÚS
“Pero Él les respondió: Hasta ahora mi Padre trabaja, y yo también trabajo” (Juan 5:17).

La encomienda que el Padre le dio a Jesús fue predicar el evangelio (Marcos 1:38), enseñar las verdades del Reino a sus seguidores y a todo oyente dispuesto (Mateo 11:1; Marcos 6:34).
El Hijo de Dios tuvo tareas específicas para la bendición de los que tuvieran fe en Él. Aplicó esfuerzo, tiempo y dedicación. Todo lo que le fue encargado a Jesús lo cumplió hasta el último momento. Esto nos muestra que cada actividad que realizamos en nuestro trabajo da honra y gloria a Dios.

UNA BÚSQUEDA SUPERIOR
“Trabajad, no por el alimento que perece, sino por el alimento que permanece para vida eterna, el cual el Hijo del Hombre os dará, porque a este es a quien el Padre, Dios, ha marcado con su sello” (Juan 6:27).

A pesar de que debemos ser responsables de nuestro trabajo como buenos administradores, también es importante dedicar tiempo a los aspectos espirituales que nos hacen crecer en el Señor. Enfocarnos excesivamente en nuestro trabajo merma la atención principalmente a Dios, quien nos lo dio, y, segundo, a nuestra familia. Tener bien ordenadas nuestras prioridades y encontrar el equilibrio adecuado es necesario para disfrutar de todo y no descuidar ningún aspecto.

PARA REFLEXIÓN:
1. El Señor fue quien tuvo la iniciativa del trabajo. El hombre cuida lo que Él le ha dado.
2. ¿Valoras el trabajo que tienes? ¿Llegas a tiempo? ¿Eres buen patrón o empleado?
3. La holgazanería es maldad y contraria a Dios; conduce al ocio, la violencia y el hurto.
4. ¿Aplicamos nuestras habilidades y destrezas en nuestras labores? ¿Nos consideramos personas diestras?
5. Jesús, como el Hijo de Dios, no cesó hasta concluir sus labores ante su Padre como autoridad. Imitemos su dedicación y esfuerzo.

CONCLUSIÓN:
“Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera” (Génesis 1:31).

Fue Dios el primero en saber qué era la satisfacción del trabajo realizado. El Señor se agradó de todo lo que había hecho para nosotros. La creación, con todo lo que contiene, fue realizada por la idea de Dios para que fuera cuidada por el hombre. El huerto del Edén es un claro ejemplo del trabajo; hay un trabajador, quien administra, y Dios, su autoridad, quien dirige.

Vivamos agradecidos por el trabajo que tenemos de parte de Dios. Al ser buenos mayordomos de nuestras actividades diarias en la oficina, fábrica, campo u otra área, damos honra y gloria al Señor.

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