Cristo te ama

Efesios 8.- La guerra espiritual

VERSÍCULO PARA MEMORIZAR:
Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.
Efesios 6:12


BASE BÍBLICA:

610 Por lo demás, fortaleceos en el Señor y en el poder de su fuerza.
11 Revestíos con toda la armadura de Dios para que podáis estar firmes contra las insidias del diablo.
12 Porque nuestra lucha no es contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los poderes de este mundo de tinieblas, contra las huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.

13 Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiéndolo hecho todo, estar firmes.
14 Estad, pues, firmes, CEÑIDA VUESTRA CINTURA CON LA VERDAD, REVESTIDOS CON LA CORAZA DE LA JUSTICIA,
15 y calzados LOS PIES CON EL APRESTO DEL EVANGELIO DE LA PAZ;
16 en todo, tomando el escudo de la fe con el que podréis apagar todos los dardos encendidos del maligno.
17 Tomad también el YELMO DE LA SALVACIÓN, y la espada del Espíritu que es la palabra de Dios.

18 Con toda oración y súplica orad en todo tiempo en el Espíritu, y así, velad con toda perseverancia y súplica por todos los santos;
19 y orad por mí, para que me sea dada palabra al abrir mi boca, a fin de dar a conocer sin temor el misterio del evangelio,
20 por el cual soy embajador en cadenas; que al proclamar lo hable con denuedo, como debo hablar.

INTRODUCCION:
Estamos en guerra. En esta guerra sólo existen dos bandos y no hay treguas. Nuestro enemigo no tiene misericordia y, mientras siga teniendo oportunidad, intentará seguir destruyendo a más generaciones. Esta guerra es espiritual y es seria, pues en ella se juega la vida eterna de las almas humanas. Las balas de esta batalla son doctrinas, ideologías, palabras, imágenes y pensamientos que nos pueden dar vida eterna o muerte eterna. Jesús venció al enemigo en la cruz, pero nos toca a nosotros creer para poder vencer junto con Él.

El apóstol Pablo entendió esta situación, y como comandante espiritual nos ordena a que hagamos dos cosas:
1.- Fortalecernos en el Señor y en el poder de su fuerza para poder ganar esta guerra.
2.- Revestirnos con toda la armadura de Dios.

La armadura de Dios se compone de 6 partes principales que son:
1) ceñir nuestra CINTURA con la VERDAD
2) cubrir el PECHO con la coraza de JUSTICIA
3) calzar los PIES con el apresto del EVANGELIO de la paz
4) tomar el ESCUDO de la FE para apagar los dardos encendidos del maligno
5) cubrir nuestra CABEZA con el yelmo de la SALVACIÓN
6) tomar la ESPADA del Espíritu, que es la PALABRA DE DIOS

ANALICEMOS CADA PARTE DE LA ARMADURA:
1) Ceñida nuestra CINTURA con la VERDAD.
En la cintura se concentra la fuerza del cuerpo. Los cargadores de pesas profesionales utilizan un cinturón que les permite concentrar su fuerza y protegerse de lesiones. De manera similar, nosotros necesitamos fortalecer y concentrar nuestra fuerza en la verdad para sobrellevar la adversidades, rechazos y persecuciones.

2) Cubrir el PECHO con la coraza de JUSTICIA.
La caja torácica contiene los órganos vitales, principalmente el corazón. Sobre toda cosa guardada debemos cuidar el corazón. El corazón se cubre con la justicia divina. Cuando alguien nos hace una injusticia, nuestro corazón se protege sabiendo que hay un Juez justo en el cielo, que hará justicia. Esteban al morir decía: “Padre, no les tomes en cuenta este pecado”, porque sabía que sus agresores tenían una deuda grandísima con Dios por su muerte. El corazón de Esteban estuvo guardado con la coraza de la justicia de Dios.

3) Calzar los PIES con el apresto del EVANGELIO. La palabra para “apresto” en griego es hetoimasia, que significa “preparación” y “disponibilidad”. Esto se puede traducir como “cubrir nuestros pies con la preparación y la disponibilidad del Evangelio”. Cuando estamos en la comodidad de nuestra recámara, por lo general no usamos zapatos, pero cuando salimos a la calle necesitamos usar zapatos para proteger nuestros pies. Es muy cómodo quedarse en casa y descalzo, pero la guerra está afuera de casa. Para ir a la guerra de Dios necesitamos vestirnos con botas de guerra, para resistir el calor y los comentarios hirientes del mundo. Sin zapatos es muy arriesgado (si no es que imposible) salir de casa.

4) Tomar el ESCUDO de la FE para apagar los dardos encendidos del maligno.
Así como un gran bosque se enciende con un pequeño fuego, a cada momento el diablo nos envía dardos encendidos que buscan penetrar nuestra armadura y quemarnos. La FE en Dios es la única que detiene ese mal y logra apagar estos dardos encendidos. Por ejemplo, cuando el diablo nos envía un dardo encendido a nuestra cabeza que nos hace pensar: “nadie me ama”, la FE en Dios nos recuerda que Dios nos amó de tal manera que dio a su único Hijo para que tuviéramos vida eterna. O cuando el diablo nos envía otro dardo encendido que nos hace pensar: “no me va alcanzar, me va a faltar comida y me voy a quedar sin casa”, entonces de nuevo interponemos la fe y recordamos: “Dios ha sido fiel, su fidelidad nunca se acabará; nunca hemos visto a un justo desamparado ni a su descendencia que mendigue el pan, así que a mi tampoco me hará falta nada”. De nuevo, con la FE, apagamos ese dardo de fuego del maligno.

5) Cubrir nuestra CABEZA con el yelmo de la SALVACIÓN.
Si en batalla nos hieren una mano, no podremos manejar bien el escudo y la espada, pero seguimos vivos. Si nos hieren un pie, dejamos de caminar, pero seguimos vivos. Pero si nos hieren la cabeza, morimos. Por esta razón el apóstol Pablo nos llama a cubrir nuestra cabeza con la salvación de Dios. Pudieran quitarnos la fuerza, herir nuestro corazón, quitarnos la disponibilidad a hablar el Evangelio, hacernos dudar con dardos encendidos y atrofiar nuestra espada de la Palabra de Dios; pero que NUNCA quiten la salvación de nuestra cabeza.

6) Tomar la ESPADA del Espíritu, que es la PALABRA DE DIOS.
Hasta este momento, cada parte de la armadura que hemos analizado ha sido principalmente defensiva. Pero recordemos que en esta guerra no sólo recibimos golpes: también tenemos un ataque OFENSIVO. Aunque el diablo nos golpea, nosotros también lo atacamos, lo golpeamos y lo vencemos con el poder y el peso de la Palabra de Dios. Cuando el diablo habla de nuestro pasado, nosotros recordamos nuestro futuro de resurrección. Cuando el diablo dice que “no se puede”, nosotros recordamos que “todo lo podemos en Cristo que nos fortalece”.
Cuando el diablo tentó a Jesús, Él contundentemente lo venció mientras respondía diciendo “escrito está”, “escrito está”, “escrito está”. (Mateo 4:4, Mateo 4:7, Mateo 4:10). Así también nosotros tenemos la facultad (y la obligación) de destruir las obras del diablo recordando y hablando la Palabra de Dios. Como también lo dice el Salmo 91:13: “Sobre el león y la cobra pisarás; hollarás al cachorro de león y a la serpiente

APLICANDO ESTE ESTUDIO A MI VIDA

1. ¿Qué entiendes por “arma espiritual”? ¿Cómo es? ¿Cómo se usa?
(Efesios 6:11-12, 2 Corintios 10:4)
2. Si Dios es un “fuerte Guerrero”, “Dios los ejércitos” y “poderoso en batalla”, ¿cuál es el motivo de su guerra, qué armas utiliza y en qué campo de batalla pelea?
(Éxodo 15:3, Salmo 89:8, Salmo 24:8, Juan 10:10, Romanos 13:12, Salmos 44:5)
3. En medio de la batalla, ¿qué es nuestra fortaleza?
(Salmo 8:2 y Mateo 21:16. Nota cómo Jesús cita la palabra “fortaleza” del Salmo 8:2 como “alabanza” en Mateo 21:16, Efesios 6:10, Exodo 15:2)
4. ¿Estás siempre listo para la batalla?
(Efesios 6:18, Salmos 24:8, Salmos 144:1)


CONCLUSION

Estamos en una guerra espiritual. Esta guerra la tenemos ganada, pero la tenemos que luchar. En esta guerra existen armas espirituales y debemos de usar la espada de la Palabra de Dios para luchar. Nunca perdamos la fe. Nunca perdamos la esperanza. A cada momento Declaremos la “esperanza contra esperanza”. Seamos fuertes y valientes. Recordemos que nuestro Dios irá con nosotros donde quiera que vayamos. Estamos en guerra. Y aunque ya somos “más que vencedores, por medio de aquel que nos amó”, Dios nos llama a ir a la guerra junto con Él (Colosenses 1:24)

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