Cristo te ama

13.- Libertad

Libertad es la capacidad que posee el ser humano de poder obrar según su propia voluntad, a lo largo de su vida; por lo que es responsable de sus actos.

El concepto de libertad es algo que a lo largo de la existencia humana nos ha hecho reflexionar en múltiples sentidos, siendo uno de los temas fundamentales de la filosofía. Lo anterior, debido a que muchas veces, el hacer siempre aquello que deseamos nos lleva por el camino equivocado, lo que a fin de cuentas, puede terminar por esclavizarnos a algo (no se debe confundir libertad con el libertinaje). Por lo tanto, la libertad de obrar según la propia voluntad puede terminar por hacernos perder la tan deseada libertad.

De acuerdo a las Declaración Universal de Derechos Humanos, la libertad no puede ser separada de la condición humana ya que todos los individuos nacen libres y no pueden ni deben ser sojuzgados de ninguna forma. La libertad es entonces la capacidad que tiene el ser humano para tomar todo tipo de decisiones en lo que respecta a su estilo de vida, a sus creencias, a sus valores y a sus modos de conocimiento. Es derecho inalienable de todo ser humano y el valor mayor de su existencia como tal.

En este estudio aprenderemos que la verdadera libertad solo podemos lograrla cuando vivimos conforme a las normas y leyes espirituales de Dios.

I. SOLO EL SEÑOR JESUCRISTO PUEDE HACERNOS VERDADERAMENTE LIBRES
1. Para esto vino al mundo.
El Espíritu del Señor esta sobre mí, porque me ha ungido para anunciar el evangelio a los pobres. Me ha enviado para proclamar libertad a los cautivos, y la recuperación de la vista a los ciegos; para poner en libertad a los oprimido (Lucas 4:18).

El evangelio es un anuncio de esperanza para los que han perdido su libertad.

2. Él da verdadera libertad.
Así que, si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres (Juan 8:36).

Solamente Cristo puede ofrecer la verdadera libertad espiritual que muchos judíos creían tener.

3. Nos libera de la ley del pecado y de la muerte.
Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús te ha libertado de la ley del pecado y de la muerte (Romanos 8:2).

Por medio de la muerte de Cristo hemos recibido una nueva vida. El poder para esta vida viene del Espíritu Santo que reside en nosotros. Este Espíritu nos ha librado del dominio de la ley.

II. NO DEBEMOS HACER MAL USO DE ESTA LIBERTAD
1. No debemos ser piedra de tropiezo para el cristiano nuevo.
Mas tened cuidado, no sea que esta vuestra libertad de alguna manera se convierta en piedra de tropiezo para el débil (1 Corintios 8:9).

El que tiene el Espíritu de Cristo en sí, amará a los que Cristo amó tanto que murió por ellos. El daño hecho a los cristianos se hace a Cristo; pero por sobre todo, el hacerlos sentirse culpables; herir sus conciencias es herirlo a Él. Debemos tener mucho cuidado de hacer algo que pueda producir tropiezo a otras personas, aunque eso sea en sí inocente.

2. No usar nuestra libertad como pretexto para el mal.
Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solo que no uséis la libertad como pretexto para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros (Gálatas 5:13).

Andad como libres, pero no uséis la libertad como pretexto para la maldad, sino empleadla como siervos de Dios (1 Pedro 2:16).

La libertad del cristiano no es para pecar sino para servir a Dios y a los demás.
El cristiano no vive sin normas ni leyes, ni por encima de las responsabilidades que tiene ante la sociedad y debe cumplir como los otros ciudadanos.

III. BENDICIONES QUE TRAE LA LIBERTAD EN CRISTO
1. Somos adoptados como hijos de Dios.
Digo, pues: Mientras el heredero es menor de edad en nada es diferente del siervo, aunque sea el dueño de todo, sino que está bajo guardianes y tutores hasta la edad señalada por el padre. Así también nosotros, mientras éramos niños, estábamos sujetos a servidumbre bajo las cosas elementales del mundo.

Pero cuando vino la plenitud del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, a fin de que redimiera a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos la adopción de hijos. Y porque sois hijos, Dios ha enviado el Espíritu de su Hijo a nuestros corazones, clamando: ¡Abba! ¡Padre!
Por tanto, ya no eres siervo, sino hijo; y si hijo, también heredero por medio de Dios (Gálatas 4:1-7).

La bendición de Dios en la vida no proviene de obedecer un sistema de leyes, sino de la obra de Cristo, de la presencia del Espíritu Santo, y del andar por fe. Como resultado de esta obra divina, podemos acercarnos a Dios porque es nuestro Padre amado.

2. Para compartir la herencia de los santos.
Por esta razón, también nosotros, desde el día que lo supimos, no hemos cesado de orar por vosotros y de rogar que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría y comprensión espiritual, para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, dando fruto en toda buena obra y creciendo en el conocimiento de Dios; fortalecidos con todo poder según la potencia de su gloria, para obtener toda perseverancia y paciencia, con gozo dando gracias al Padre que nos ha capacitado para compartir la herencia de los santos en luz (Colosenses 1:9-12).

No llenábamos los requisitos para compartir la heredad del pueblo escogido; la tenemos solo porque él nos ha abierto una puerta de acceso. La descripción que Pablo emplea para definir este privilegio no quiere decir que seamos dignos, sino que hemos sido hechos aptos, competentes. El Padre Celestial nos ha dado el derecho a recibirla.

Antes estábamos alejados de la ciudadanía de Israel, ajenos a los pactos, y por lo tanto, éramos enemigos del pueblo de Dios. Sin embargo, por medio de Cristo somos coherederos y copartícipes con ellos (Efesios 3:6).

3. Fuimos trasladados a su reino.
Porque El nos libró del dominio de las tinieblas y nos trasladó al reino de su Hijo amado (Colocenses 1:13).

Los colosenses temían a las fuerzas invisibles de las tinieblas, pero Pablo dice que los creyentes verdaderos son trasladados de las tinieblas a la luz, de la esclavitud a la libertad, de la culpa al perdón y del poder de Satanás al poder de Dios. Fuimos rescatados de un reino rebelde para servir a un Rey justo.

PREGUNTAS SOBRE EL ESTUDIO
1. ¿Te consideras una persona verdaderamente libre?
2. ¿Qué cosa te tiene aún esclavizado?
3. ¿Vives tu cristianismo en plenitud?
4. ¿Eres atraído fácilmente a hacer lo malo?
5. ¿Te gustaría ser libertado?

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