Cristo te ama

7.- Generosidad

La generosidad puede ser entendida como una de las virtudes y características más puras y nobles del ser humano, ya que implica siempre acceder a ayudar o asistir a otro que lo necesita de manera voluntaria y sin que nadie obligue a nadie. La generosidad, al mismo tiempo, puede suponer entrar en una situación de menor confort o comodidad a la hora de mejorar la situación de otro, por ejemplo cuando se donan diferentes elementos que son de uso común para una persona, pero que son más necesarios para otra.

La persona generosa piensa en repartir aquello que tiene con otras menos afortunadas. Su conducta se basa en reconocer las necesidades del prójimo y tratar de satisfacerlas en la medida de sus posibilidades.

I. DIOS NOS MANDA QUE SEAMOS GENEROSOS
1. Ayudemos a nuestros hermanos.
En caso de que un hermano tuyo empobrezca y sus medios para contigo decaigan, tú lo sustentarás como a un forastero o peregrino, para que viva contigo. No tomes interés y usura de él, mas teme a tu Dios, para que tu hermano viva contigo. No le darás tu dinero a interés, ni tus víveres a ganancia. Yo soy el Señor vuestro Dios, que os saqué de la tierra de Egipto para daros la tierra de Canaán y para ser vuestro Dios. Y si un hermano tuyo llega a ser tan pobre para contigo que se vende a ti, no lo someterás a trabajo de esclavo. Estará contigo como jornalero, como si fuera un peregrino; él servirá contigo hasta el año de jubileo. Entonces saldrá libre de ti, él y sus hijos con él, y volverá a su familia, para que pueda regresar a la propiedad de sus padres (Levítico 25:35-41).

La misericordia y la generosidad debían ser motivaciones más poderosas que la ganancia financiera. Este sigue siendo un principio válido en la actualidad.

2. La generosidad siempre trae bendición.
Con generosidad le darás, y no te dolerá el corazón cuando le des, ya que el Señor tu Dios te bendecirá por esto en todo tu trabajo y en todo lo que emprendas. Porque nunca faltarán pobres en tu tierra; por eso te ordeno, diciendo: “Con liberalidad abrirás tu mano a tu hermano, al necesitado y al pobre en tu tierra” (Deuteronomio 15:10-11).

La genuina preocupación misericordiosa por el pobre y el necesitado resultaría en la bendición de Dios sobre la nación.

Y Dios puede hacer que toda gracia abunde para vosotros, a fin de que teniendo siempre todo lo suficiente en todas las cosas, abundéis para toda buena obra; como está escrito:

ÉL ESPARCIÓ, DIO A LOS POBRES; SU JUSTICIA PERMANECE PARA SIEMPRE.

Y el que suministra semilla al sembrador y pan para su alimento, suplirá y multiplicará vuestra sementera y aumentará la siega de vuestra justicia; seréis enriquecidos en todo para toda liberalidad, la cual por medio de nosotros produce acción de gracias a Dios (2 Corintios 9:8-11).

En otras palabras, él nos llena de grandes bendiciones materiales para que podamos ser generosos en ofrendar, no para quedarnos con los bienes.

II. ES IMPORTANTE LA FORMA EN QUE MOSTRAMOS GENEROSIDAD
1. Debe ser con un espíritu dispuesto.
Si hay un menesteroso contigo, uno de tus hermanos, en cualquiera de tus ciudades en la tierra que el Señor tu Dios te da, no endurecerás tu corazón, ni cerrarás tu mano a tu hermano pobre, sino que le abrirás libremente tu mano, y con generosidad le prestarás lo que le haga falta para cubrir sus necesidades (Deuteronomio 15:7-8).

La actitud del pueblo con los pobres debería ser un reflejo de su gratitud por los dones de Dios para con ellos.

2. Con alegría.
Que cada uno dé como propuso en su corazón, no de mala gana ni por obligación, porque Dios ama al dador alegre (2 Corintios 9:7).

Nuestra actitud al dar es más importante que la cantidad que damos. No debemos sentirnos avergonzados si sólo pudimos dar una pequeña ofrenda. Dios está preocupado por cómo damos de los recursos que tenemos.

3. Con amor.
Y si diera todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregara mi cuerpo para ser quemado, pero no tengo amor, de nada me aprovecha (1 Corintios 13:3).

El amor logra que nuestras acciones y dones sean útiles.

4. Con equidad.
La congregación de los que creyeron era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo lo que poseía, sino que todas las cosas eran de propiedad común. Con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia había sobre todos ellos. No había, pues, ningún necesitado entre ellos, porque todos los que poseían tierras o casas las vendían, traían el precio de lo vendido, y lo depositaban a los pies de los apóstoles, y se distribuía a cada uno según su necesidad (Hechos 4:32-35).

La iglesia estaba pasando por un período de aflicción por su fe en Cristo. Los creyentes bautizados habían sido despreciados por sus familias y muchos sufrían graves pérdidas económicas, por lo cual todos compartían lo que tenían los unos con los otros; vendían sus propiedades y traían el valor obtenido a los apóstoles para que ellos se encargaran de distribuirlo a los más necesitados. Siguiendo este sistema en forma coordinada, se podía asegurar un reparto justo, según la necesidad de cada caso.

5. Conforme a nuestra capacidad.
Los discípulos, conforme a lo que cada uno tenía, determinaron enviar una contribución para el socorro de los hermanos que habitaban en Judea. Y así lo hicieron, mandándola a los ancianos por mano de Bernabé y de Saulo (Hechos 11:29-30).

La iglesia estaba pasando por un período de aflicción por su fe en Cristo. Los creyentes bautizados habían sido despreciados por sus familias y muchos sufrían graves pérdidas económicas, por lo cual todos compartían lo que tenían los unos con los otros; vendían sus propiedades y traían el valor obtenido a los apóstoles para que ellos se encargaran de distribuirlo a los más necesitados. Siguiendo este sistema en forma coordinada, se podía asegurar un reparto justo, según la necesidad de cada caso.

6. En correspondencia por los bienes espirituales recibidos.
Pero ahora voy a Jerusalén para el servicio de los santos, pues Macedonia y Acaya han tenido a bien hacer una colecta para los pobres de entre los santos que están en Jerusalén. Sí, tuvieron a bien hacerlo, y a la verdad que están en deuda con ellos. Porque si los gentiles han participado de sus bienes espirituales, también están obligados a servir a los santos en los bienes materiales (Romanos 15:25-27).

Estas iglesias reconocían su deuda para con la iglesia de Jerusalén, y ahora, cuando había una necesidad allí, querían ayudar. Así, los dos grupos habían compartido en satisfacer la necesidad del otro. Así debe funcionar el pueblo de Dios. Reconozcamos que Dios nos ha dado los bienes que tenemos para que los compartamos con los que no tienen.

III. PRECAUCIONES QUE SE DEBEN TENER
1. No para que los demás nos vean.
Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos. Por eso, cuando des limosna, no toques trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa. Pero tú, cuando des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha, para que tu limosna sea en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará (Mateo 6:1-4).

Jesús enseña a no dar limosna con el deseo de recibir aplausos, sino con el noble espíritu de ayudar una necesidad, y así agradar a Dios que conoce nuestros íntimos propósitos. La ostentación priva de la recompensa divina, pues busca la gloria de los hombres antes que la de Dios.

2. No ser generosos con aquellos que no quieren trabajar.
Porque aun cuando estábamos con vosotros os ordenábamos esto: Si alguno no quiere trabajar, que tampoco coma (2 Tesalonicenses 3:10).

Esto se aplica a quienes no están dispuestos a trabajar, no a los que no pueden hacerlo.

3. Enseñar a los que tienen para que sean generosos.
A los ricos en este mundo, enséñales que no sean altaneros ni pongan su esperanza en la incertidumbre de las riquezas, sino en Dios, el cual nos da abundantemente todas las cosas para que las disfrutemos. Enséñales que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, generosos y prontos a compartir, acumulando para sí el tesoro de un buen fundamento para el futuro, para que puedan echar mano de lo que en verdad es vida (1 Timoteo 6:17-19).

A los que tienen riquezas se les ordena reconocer a Dios como la verdadera fuente de sus riquezas y ser generosos con ellas. Las bendiciones materiales de Dios son para disfrutarse y usarse para el avance de su Reino, no para centrarse en la vida misma.

PREGUNTAS SOBRE EL ESTUDIO
1. ¿Eres sensible a las necesidades de los demás?
2. ¿Practicas la generosidad en tu vida?
3. ¿Hay hoy alguien a tu derredor que necesita de tu ayuda?
4. ¿Te consideras una persona privilegiada por lo que tienes?
5. Cuando has ayudado a alguien, ¿lo has hecho dándole de lo que te sobra o ya no usas?
6. ¿Te consideras una persona rica o pobre?
7. ¿Te gustaría servir en un ministerio de generosidad supliendo las necesidades de otros?

CYV_7_GENEROSIDAD_V2020

GENEROSIDAD_E7

.

Enter your Email Address

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *