Cristo te ama

2.- Confianza

Cualidades y Virtudes del Seguidor de Cristo.

Confianza es la esperanza firme que se tiene de alguien o algo. La confianza es una cualidad de los humanos que supone creer y tener seguridad de que una situación es de determinada manera, o que una persona actuará de determinada forma. La confianza supone seguridad tanto en uno mismo como en otros, ya que implica la creencia de que ciertos resultados o consecuencias serán alcanzados en determinadas situaciones. La confianza se relaciona entonces con un sentimiento que pone sus miras en una acción futura que todavía no ha sucedido y sobre la cual no se tiene una certeza real.

Pero hay una confianza mucho mayor y más segura que esta, que es la confianza en Dios, en su Palabra y en sus promesas.

I. LA CONFIANZA VERDADERA Y MÁS SEGURA ES LA QUE ES PUESTA EN DIOS
1. Cuando nuestra confianza es el Señor, no nos afectará el que las circunstancias y las situaciones nos sean adversas.
Aunque la higuera no eche brotes, ni haya fruto en las viñas; aunque falte el producto del olivo, y los campos no produzcan alimento; aunque falten las ovejas del aprisco, y no haya vacas en los establos, con todo yo me alegraré en el Señor, me regocijaré en el Dios de mi salvación. El Señor Dios es mi fortaleza; Él ha hecho mis pies como los de las ciervas, y por las alturas me hace caminar (Habacuc 3:17-19).

El fracaso de la cosecha y la muerte de los rebaños devastarían a Judá. Sin embargo, Habacuc afirmó que en medio de todo eso se regocijaría en el Señor. Las circunstancias
no controlaban los sentimientos de Habacuc, sino la fe en Dios para darle fortaleza, recordémoslo cuando nada tenga sentido para nosotros y cuando los problemas parezcan ser más grandes de lo que podemos soportar. No miremos las dificultades miremos al Señor nuestro Dios.

2. Nuestra confianza siempre se mantendrá firme.
Por lo cual también sufro estas cosas, pero no me avergüenzo; porque yo sé en quién he creído, y estoy convencido de que es poderoso para guardar mi depósito hasta aquel día (2 Timoteo 1:12).

La confianza de Pablo en el evangelio y su Salvador lo facultaban para sufrir sin avergonzarse. Cuando dice mi depósito, no se refiere a algo que Pablo hizo por Cristo, sino a algo que él confió al Señor, como un depósito en un banco. Esto no nos habla de la confianza de Pablo en sí mismo, sino de la confianza en Cristo. Pablo sabía que Dios guardaría su depósito, su vida y la recompensa eterna de su ministerio. Dios nos protegerá en la vida y en la muerte. Él no olvidará una vida de servicio fiel cuando vuelva.

3. Esta confianza nos llevará a realizar grandes hazañas.
Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes a mí con espada, lanza y jabalina, pero yo vengo a ti en el nombre del Señor de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has desafiado. El Señor te entregará hoy en mis manos, y yo te derribaré y te cortaré la cabeza. Y daré hoy los cadáveres del ejército de los filisteos a las aves del cielo y a las fieras de la tierra, para que toda la tierra
sepa que hay Dios en Israel, y para que sepa toda esta asamblea que el Señor no libra ni con espada ni con lanza; porque la batalla es del Señor y Él os entregará en nuestras manos. Sucedió que cuando el filisteo se levantó y se fue acercando para enfrentarse a David, este corrió rápidamente hacia el frente de batalla para enfrentarse al filisteo. David metió la mano en su saco, sacó de él una piedra, la lanzó con la honda, e hirió al filisteo en la frente. La piedra se hundió en su frente y Goliat cayó a tierra sobre su rostro. Así venció David al filisteo con una honda y una piedra, e hirió al filisteo y lo mató; mas no había espada en la mano de David (1 Samuel 17:45-50).

No temamos a la oposición, aun cuando parezca fuerte y no podamos contar con un mejor apoyo. No olvidemos que Dios puede usar nuestros limitados recursos, cuando estos están acompañados por una gran fe, para vencer los obstáculos que enfrentamos. Como David, cuando desafiemos los gigantes en nuestra vida en el nombre del Señor de los ejércitos, haciendo pública nuestra dependencia de Él y confiando en su poder para darnos la victoria.

II. LA CONFIANZA FALSA ES LA QUE NO TOMA EN CUENTA A DIOS
1. El confiar en los hombres.
Así dice el Señor: Maldito el hombre que en el hombre confía, y hace de la carne su fortaleza, y del Señor se aparta su corazón. Será como arbusto en el yermo y no verá el bien cuando venga; habitará en pedregales en el desierto, tierra salada y sin habitantes (Jeremías 17:5-6).

No confiéis en príncipes, ni en hijo de hombre en quien no hay salvación (Salmos 146:3).

Es lícito esperar ayuda de los hombres, pero nuestra confianza debe descansar únicamente en Dios. La alternativa de confiar en Dios es confiar en el hombre. Si uno confía en el hombre, consigue lo que el hombre puede hacer; si confía en Dios, consigue lo que Dios puede hacer.

La verdadera liberación del mal, del pecado, de la corrupción, de la depresión, del camino equivocado viene solamente de Dios en Cristo.

2. El confiar en las riquezas.
Por cuanto pusiste tu confianza en tus ganancias y en tus tesoros, también tú serás conquistada, y Quemos saldrá al destierro junto con sus sacerdotes y sus príncipes (Jeremías 48:7).

Debido a que Moab había confiado en sus bienes y en sus tesoros, también sería juzgada al ser tomada cautiva como Judá. Quemos, su dios nacional, no podría rescatarla, él también sería llevado en cautiverio junto con sus sacerdotes y sus príncipes.

¿Por qué he de temer en los días de adversidad cuando la iniquidad de mis enemigos me rodee, de los que confían en sus bienes y se jactan de la abundancia de sus riquezas?
Nadie puede en manera alguna redimir a su hermano, ni dar a Dios rescate por él, porque la redención de su alma es muy costosa, y debe abandonar el intento para siempre (Salmos 49:5-8).

En tiempo de adversidad, particularmente cuando es causada por personas ricas que se aprovechan de los pobres y débiles, es fácil tener dudas y temores, especialmente en cuanto al futuro. La verdad es que los mismos ricos opresores temen el futuro, por eso quieren acumular más riquezas aun a expensas de otros. El salmista muestra que todas las riquezas que uno pueda tener no serán suficientes para la redención de su vida ni la de su hermano. Solo Dios puede redimir la vida de la muerte, y de la muerte espiritual.

3. El confiar en las armas.
Porque yo no confiaré en mi arco, ni me salvará mi espada (Salmos 44:6).

Las muchas victorias que obtuvo Israel no se debieron a su propia fuerza o mérito, sino al favor y a la libre gracia de Dios. Mientras menos nuestro sea el mérito, mayor será la confianza que proporciona el saber que todo viene del favor de Dios.

III. NUESTRA CONFIANZA POR LO TANTO DEBE SER:
1. En el nombre de nuestro Dios.
He aquí, los ojos del Señor están sobre los que le temen, sobre los que esperan en su misericordia, para librar su alma de la muerte, y conservarlos con vida en tiempos de hambre.
Nuestra alma espera al Señor; Él es nuestra ayuda y nuestro escudo; pues en Él se regocija nuestro corazón, porque en su santo nombre hemos confiado.
Sea sobre nosotros tu misericordia, oh Señor, según hemos esperado en ti (Salmos 33:1822).

El ojo vigilante del Señor está sobre aquellos que temen su Nombre, y cuya esperanza está en su misericordia. Ellos serán auxiliados en sus dificultades y situaciones peligrosas.

Pero alégrense todos los que en ti se refugian; para siempre canten con júbilo, porque tú los proteges (Salmos 5:11).

Se alegran las personas que confían en el Señor, Dios mismo las defiende, las apoya y las bendice; Él es un escudo alrededor de las personas justas, y les manifiesta su favor y su amor.

2. En su Palabra.
Venga también a mí tu misericordia, oh Señor, tu salvación, conforme a tu palabra. Y tendré respuesta para el que me afrenta, pues confío en tu palabra. No quites jamás de mi boca la palabra de verdad, porque yo espero en tus ordenanzas. Y guardaré continuamente tu ley, para siempre y eternamente (Salmos 119:41-44).

Dios ha prometido que otorgará misericordia y salvación a todos sus siervos fieles. El salmista estaba seguro de que podría dar respuesta a su afrentador. Por eso reconocía que Dios mismo pondría la palabra de verdad en su boca y así oraba que Dios no la apartara cuando estuviera siendo avergonzado. La bondad y misericordia de Dios demostradas en la respuesta a la oración eran suficientes para hacer que el salmista determinara: Guardaré tu ley siempre.

3. En nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna. Y esta es la confianza que tenemos delante de Él, que si pedimos cualquier cosa conforme a su voluntad, Él nos oye. Y si sabemos que Él nos oye en cualquier cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hemos hecho (1 Juan 5:13-15).

Los que creemos en el Señor Jesús tenemos la confianza de que todas nuestras oraciones son escuchadas y contestadas, porque pedimos conforme a su voluntad.

PREGUNTAS SOBRE EL ESTUDIO
1. ¿En quién o en qué está tu confianza?
2. ¿Has sido defraudado cuando has confiado en alguna persona? 3. ¿Crees en la fidelidad de Dios?
4. ¿Qué cosas de tu vida has depositado en Él?
5. ¿Puedes compartir cómo Dios ha cumplido sus promesas en tu vida?

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