Cristo te ama

Estudio 6.- Moisés

BASE BÍBLICA:
Éxodo 18:2-4
2 Entonces Jetro, suegro de Moisés, tomó a Séfora, mujer de Moisés, después que este la había enviado a su casa, 3 y a sus dos hijos, uno de los cuales se llamaba Gersón, pues Moisés había dicho: He sido peregrino en tierra extranjera, 4 y el nombre del otro era Eliezer, pues había dicho: El Dios de mi padre fue mi ayuda y me libró de la espada de Faraón.”

INTRODUCCIÓN:
Tradicionalmente, el origen del nombre Moisés está relacionado con la noción de agua,
tanto en las fuentes egipcias como en las hebreas (Éxodo 2:1-5). En la antigua lengua egipcia, el sufijo mses tenía el valor de “engendrado por” (entregado o librado por); al mismo solía anteponerse la fuente de origen o creación. Moisés significaría inicialmente “entregado por las aguas”, debido a que el infante hebreo fue hallado en ellas, por lo que las aguas del río Nilo fueron interpretadas como su origen.

Moisés es una figura importante para las religiones abrahámicas, donde se le venera como
profeta, legislador y líder espiritual (Deuteronomio 34:10, Juan 9:28). Fue un hebreo que creció como un príncipe egipcio. En hebreo su nombre es Moshé (מֹשֶׁה .(También llamado Moshe Rabbenu en hebreo ( מֹשֶׁה רַבֵּונ ,ּlit. “Moisés nuestro maestro”), es el profeta más importante en el judaísmo.

Séfora, su esposa
“Moisés accedió a morar con aquel hombre, y él dio su hija Séfora a Moisés” (Éxodo 2:21).
Moisés hizo un largo viaje a través del desierto hasta Madián, donde buscó refugio después de ser buscado por matar a un egipcio en defensa de un hebreo (Éxodo 2:11-14). Allí, al lado de un pozo, volvió a ponerse de manifiesto el valor y la solicitud que tenía para actuar con firmeza a favor de los que padecían injusticias.
Cuando los pastores echaron a las siete hijas de Jetro y a su rebaño, Moisés libró a las mujeres y abrevó el rebaño (Éxodo 2:16-20).
Como resultado, se le invitó a la casa de Jetro, donde trabajó para este como pastor de sus rebaños, y finalmente se casó con una de sus hijas, Séfora, quien le dio dos hijos, Gersón y Eliezer (Éxodo 2:16-22; 18:2-4).

Muchos, incluidos sus hermanos Miriam y Aarón (Números 12:1), pensaban que Séfora no era del mismo pueblo de Israel. En realidad, el padre de Séfora era madianita (Éxodo 2:16-19; 3:1; 18:1) y, por lo tanto, descendiente de Abraham. Por eso a Séfora se le conocía como “cusita”. Aquí no hay ninguna contradicción; por el contrario, la evidencia bíblica la apoya. Génesis 25:1-4 nos dice que los madianitas forman parte de la descendencia de Abraham a través de Cetura, la última de sus mujeres. Pues bien, ellos reciben a Moisés ofreciéndole familia, casa y hasta matrimonio.

Algo a destacar en Séfora es que al Moisés no circuncidar a su segundo hijo a los 8 días de nacido y estando en riesgo él de morir (se dice pudo haber sido un ataque mental u otro padecimiento), ella intervino ejecutando su circuncisión (Éxodo 4:25).

Esto no como un elogio a ella por hacerlo, sino tal vez por estorbarle a Moisés de hacerlo en su debido tiempo y acabando de hacerlo ella para salvar a su marido.
La no realización de este rito puede haberse debido a la repugnancia que su mujer sentía por esa práctica, o como una forma de adherirse al rito madianita, que exigía que los varones fuesen circuncidados en la pubertad. Pero como cabeza de la familia, Moisés debió haber llevado a cabo esta ceremonia cuando su hijo tenía ocho días de nacido. Como estaba a punto de convertirse en el libertador de Israel, Dios no estaba complacido y utilizó a Séfora para llevar a cabo lo que Moisés debió haber hecho.

El llamado de Moisés
Cometemos un error cuando pensamos que los años en Madián eran el tiempo de ‘espera’ de Moisés. En cambio, fueron años de trabajo; ¡él nunca había trabajado tan duro en su vida! Dios lo entrenó, lo moldeó para su futuro llamado, pero ciertamente Moisés no estaba “esperando en la banca”.

En Egipto, Moisés aprendió cómo ser alguien ante ese mundo. En Madián, él aprendió cómo ser nadie. Había aprendido mucho en Egipto, pero aún más en Madián.
Al recordar que Séfora circuncidó a su segundo hijo, Eliezer, notemos que no podemos servir a Dios si no lo hemos honrado en nuestro hogar (la circuncisión de su hijo). Esto también lo vemos en Hechos 22:12 con un judío llamado Ananías: “Y uno llamado Ananías, hombre piadoso según las normas de la ley, y de quien daban buen testimonio todos los judíos que vivían allí”, y también al escoger obispos (supervisores) en la iglesia de Cristo “gobierne bien su casa, teniendo a sus hijos sujetos con toda dignidad (pues si un hombre no sabe cómo gobernar su propia casa, ¿cómo podrá cuidar de la iglesia de Dios?)” (1 Timoteo 3:1-5).

Después de que Dios derrota a los egipcios
Cuando Jetro recibió el informe de la gran victoria del Señor sobre los egipcios, en seguida fue hacia Moisés en Horeb, con Séfora y los dos hijos de Moisés; ciertamente fue un encuentro muy emotivo.
Jetro respondió al resumen que le hizo Moisés de los poderosos actos de salvación del Señor bendiciendo a Dios y confesando: “Ahora sé que el Señor es más grande que todos los dioses. Luego ofreció sacrificios al Dios verdadero” (Éxodo 18:1-12).

El consejo de Jetro su suegro
Aunque Moisés era el caudillo de la gran nación de Israel nombrado por el Señor, estaba dispuesto a aceptar consejo de otros, en particular cuando eso repercutía de forma positiva en la nación.
Poco tiempo después de que los israelitas salieron de Egipto, Jetro fue a su encuentro acompañado de la esposa y los hijos de Moisés. Jetro observó cuánto trabajaba Moisés y cómo se gastaba al tratar los problemas de cada uno que acudía a él.

Con sabiduría le sugirió que, de acuerdo con un criterio ordenado, delegara grados de responsabilidad en otras personas a fin de aligerar su carga.
Moisés escuchó el consejo de Jetro y lo aceptó, de modo que organizó al pueblo en millares, centenas, cincuentenas y decenas, con un jefe como juez sobre cada grupo. Solo los casos difíciles se llevaban a Moisés. Es digno de mención también que al explicar a Jetro lo que estaba haciendo, Moisés dijo: “En caso de que se les suscite una causa, esta tiene que venir a mí y yo tengo que juzgar entre una parte y la otra, y tengo que dar a conocer las decisiones del Dios verdadero y sus leyes”. De este modo indicó que reconocía que no tenía que juzgar según sus propias ideas, sino según las decisiones del Señor, y que además tenía la responsabilidad de ayudar al pueblo a conocer y aceptar las leyes de Dios (Éxodo 18:5-7, 13-27).

Los consejos siempre son valiosos para todo líder o padre que tiene esta encomienda. Aceptarlos trae gran bendición y nunca desdicha: “Donde no hay buen consejo, el pueblo cae, pero en la abundancia de consejeros está la victoria” (Proverbios 11:14; véase también Proverbios 15:22, 24:6).

Gersón y Eliezer
Moisés tuvo dos hijos: Gersón y Eliezer. Gersón (Gershom) significa “extraño”. Él le puso por nombre Gersón: este nombre —el cual significa “extranjero”— era la evidencia de soledad, el vivir apartado de los egipcios o de los hebreos. “Y ella dio a luz un hijo, y Moisés le puso por nombre Gersón, porque dijo: peregrino soy en tierra extranjera” (Éxodo 2:22). Eliezer quiere decir “Dios es mi ayuda”. “Y el nombre del otro era Eliezer, pues había dicho: El Dios de mi padre fue mi ayuda y me libró de la espada de Faraón” (Éxodo 18:4).

La Palabra de Dios indica que los hijos de Moisés tuvieron oficios dentro del tabernáculo y le servían.
“Y habló el Señor a Moisés, diciendo: Haz también un censo de los hijos de Gersón por sus casas paternas, según sus familias; los contarás desde los treinta hasta los cincuenta años de edad; todos los que se enlisten para cumplir el servicio, para hacer la obra en la tienda de reunión” (Números 4:21-23).

Los enumerados fueron 2630 (Números 4:38-40). Aunque no manifiesta que los hijos de Moisés fueran sacerdotes —ya que esa línea venia de Aarón (Éxodo 24:9)—, si servían en el tabernáculo.
Incluso los nietos de Moisés siguieron sirviendo al Señor Dios, pues cuidaban los tesoros del pueblo.

Por parte de Gersón: “Sebuel, hijo de Gersón, hijo de Moisés, era oficial sobre los tesoros” (1 Crónicas 26:24-26). Por parte de Eliezer: “Y el hijo de Eliezer fue Rehabías el jefe; y Eliezer no tuvo más hijos, pero los hijos de Rehabías fueron muchos” (1 Crónicas 23:17). Generaciones mucho más adelante, Selomit, descendiente de Eliezer, cuidaba de los tesoros en la época del Rey David.

PREGUNTAS PARA REFLEXIÓN
1. Como padres tenemos un llamado de Dios a tener orden en nuestro hogar según sus principios y mandamientos. Está en cada uno hacer esto con seriedad y dedicación para honrar a Dios.
2. Tener el rol de padre y un llamado de Dios para servirle son compatibles. Nunca dudemos de que el Señor respalda ambos. Si llega el afán o el agobio por servir a Dios, es momento de delegar, tal como lo hizo Moisés. (Véase 1 Corintios 12:14-21, Efesios 4:11-12)
3. La esposa de Moisés influyó negativamente en Moisés al no circuncidar a su hijo en el tiempo de Dios, mas después tuvo que hacer ella misma el rito. Meditemos en cuán importante es tener el mismo sentir como matrimonio y sumisión para las cosas del Señor.
4. Moisés se vio cargado por la labor en el pueblo de Israel. Sin embargo, aceptó consejos de su suegro. ¿Recibimos consejos piadosos de otros padres para bendición de nuestra familia?
5. Como siervo de Dios, Moisés siempre atendió sus indicaciones con reverencia. Se dice que fue en ese tiempo el hombre más manso sobre la tierra (Números 12:3). Pensemos en cuánta actitud de mansedumbre como padres hemos experimentado realmente ante Dios.
6. ¿Qué dones, talentos o llamados a servir has notado en tus hijos? No permitamos que ellos queden pasivos en su relación con Dios.
Como nota indicativa: Todos los gersonitas fueron llamados a servir a partir de los 30 años (Números 4:21-23).

CONCLUSIÓN
Moisés, en un momento de su liderazgo, se vio cargado por la labor en el pueblo de Israel. Sin embargo, aceptó el consejo de su suegro Jetro para aligerar su labor. Podemos notar dos cosas aquí: la primera, que Moisés recibió con agrado la sugerencia de su suegro; y segundo, que esto le debió haber generado más tiempo para estar con su familia. Un rol de padre y el liderazgo siempre deben estar equilibrados justamente para bendición y gloria de Dios. Al Señor le importa nuestra familia.

La influencia de Moisés como líder de Israel tuvo sus jugosos frutos, en cuanto a que sus hijos y hasta sus nietos sirvieron a Dios con fidelidad y compromiso. Con ello podemos comprender que el Señor se deleita en que le sirvamos, pero también que nuestros hijos lo hagan para su honra y gloria. Nuestro Dios es un Dios que se enfoca en las generaciones y tiene planes para nuestros hijos.
Él desea que aun en la juventud sean de influencia en este mundo.

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