Cristo te ama

Estudio 4.- Abraham

 

Génesis 24:3-4
3 “Y te haré jurar por el Señor, Dios de los cielos y Dios de la tierra, que no tomarás mujer para mi hijo de las hijas de los cananeos, entre los cuales yo habito; 4 sino que irás a mi tierra y a mis parientes, y tomarás mujer para mi hijo Isaac”.

INTRODUCCIÓN:
Abraham significa en hebreo “padre enaltecido”, y después cambió su nombre a Abraham, “padre de multitud”. Fue llamado por el Señor Dios desde Ur de los Caldeos, un pueblo pagano, para darle una tierra donde reflejara su gloria (Génesis 15:7). Abraham se relacionó con este Dios en diferentes situaciones. Sin embargo, su mayor prueba fue el concebir a su hijo Isaac en su vejez y en la esterilidad de su esposa, Sara, el cual le fue prometido para ser su heredero (Génesis 15:4).

El sacrificio de Isaac
Después del cumplimento de la promesa se le pide que lo sacrifique probando su obediencia una vez más (Hebreos 11:17) Vemos que antes de que Abraham fuera padre tuvo que depender de Dios en su totalidad para que pusiera su confianza en Él. La palabra fe en griego es pistis, cuyo significado es “convicción”, “firme persuasión” o “depositar confianza”. Al haber confiado Abraham en el Señor demostró que Él tenía el control de todo y
nada era imposible para Él. Incluso podía llegar a resucitar a su hijo de la muerte misma (Hebreos 11:19).

Buscando una esposa para su hijo
Al morir Sara, la madre de Isaac (Génesis 23:1,19), Abraham, ya entrado en años (Génesis 24:1), le pide a su mayordomo vaya con sus parientes a buscar esposa para su hijo Isaac. “Te haré jurar por el Señor, Dios de los cielos y Dios de la tierra, que no tomarás mujer para mi hijo de las hijas de los cananeos, entre los cuales yo habito; sino que irás a mi tierra y a mis parientes, y tomarás mujer para mi hijo Isaac” (Génesis 24:3-4). Sin embargo, le advierte que no lleve a su hijo allá (Génesis 24: 6).

Isaac, ante la decisión de su padre, no se opuso de ninguna manera. Como tampoco se arrebató en elegir esposa por su cuenta y tomarla de los cananeos. Es este tiempo aún no se había escrito la Ley, pero Isaac respetó a su padre como mandamiento y siguió su consejo. “Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días sean prolongados en la tierra que el Señor tu Dios te da” (Éxodo 20:12). Esto nos revela el corazón de Isaac y cómo amaba a sus padres.

Isaac busca al Dios de su padre
También hubo otro suceso que hay que destacar en su relación de padre e hijo. Isaac, al tomar a Rebeca como esposa (Génesis 24:67), tiene la misma problemática de esterilidad como sus padres. Sin embargo, Isaac oró a Dios a favor de ella: “Y oró Isaac al Señor en favor de su mujer, porque ella era estéril; y lo escuchó el Señor, y Rebeca su mujer concibió” (Génesis 25:21). ¿Quién le enseñó que debía depender del Señor y orar a Él? Seguramente fue Abraham, su padre. Recordemos que Abraham está rompiendo con una cadena de generaciones que no conocían al Señor. Todo su hogar y siervos sabían que Abraham adoraba y servía al Señor Dios.

Isaac no recurre a ninguna fuente dentro de su sabiduría terrenal, como lo hizo su padre, para resolver la esterilidad de su esposa —la posibilidad de que su heredero fuera Eliezer, su mayordomo (Génesis 15:2-4), o la opción de la sierva Agar, que fue la recomendación que dio Sara (Génesis 16:1-3)—, sino que oró directamente al Señor y descansó en Él. Isaac tomó a Rebeca cuando tenía 40 años y quisieron concebir sin éxito (Génesis 25:20), pero fue hasta que él tuvo 60 años cuando concibió Rebeca a Jacob y Esaú (Génesis 25:25).

Las enseñanzas de Abraham
Abraham muy probablemente le narró a su hijo Isaac la paciencia que tuvo que tener en la promesa de Dios en su nacimiento, lo cual lo animó y fortaleció en la esterilidad de Rebeca. Es importante esto porque, como padres, dejamos un legado espiritual a nuestros hijos en el Dios en quien hemos creído para adorarle y servirle. Un Dios que desea tener una íntima relación personal con nosotros por generaciones “Yo soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob” (Éxodo 3:6).

Fertilidad/esterilidad
El Señor, desde el inicio de la creación, dio la indicación al hombre y a la mujer de que procrearan hijos. “Creó, pues, Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios y les dijo: Sed fecundos y multiplicaos, y llenad la tierra y sojuzgadla” (Génesis 1:27-28a).

Lamentablemente, aunque Dios bendijo al hombre para tener hijos, el pecado entró a la creación e hizo sus estragos. La angustia por cultivar la tierra, los dolores de parto, la enfermedad, el sufrimiento y la muerte misma plagaron este mundo. La esterilidad es parte del resultado de ello también.

Dios siempre estará del lado de la vida, la buena salud, la abundancia, la reproducción y la dicha. Él se goza en darnos hijos para que honremos su Nombre al formarlos según su Palabra. “He aquí, don del Señor son los hijos; y recompensa es el fruto del vientre” (Salmos 127:3). La familia es hoy y ha sido desde el principio el plan de Dios para gloria suya.

En el pasado, la esterilidad era motivo de vergüenza, ya que una mujer no podría realizarse como madre. No había médicos ni otros recursos de fertilización como los hay hoy en día. La mirada de una mujer únicamente era hacia arriba, donde está el Creador de todas las cosas, y quien es Todopoderoso para abrir su vientre.

Aunque Abraham tuvo que pasar la prueba de la fe en esperar la promesa del hijo prometido (ya que se le dio directamente a él), esto de ninguna manera excluye a Sara. Ella, mucho más siendo mujer, sintió la angustia y desesperanza en su corazón al no poder ser madre. La sumisión y obediencia de Sara ante Dios y su marido invita a toda mujer a imitar su conducta piadosa para que sean llamadas “hijas de Sara” (1 Pedro 3:6).

Sara fue recompensada al mantenerse firme y recibió un día la visita con la noticia de la misma mano del Señor de que sería madre. “¿Hay algo demasiado difícil para el Señor? Volveré a ti al tiempo señalado, por este tiempo el año próximo, y Sara tendrá un hijo” (Génesis 18:14; contexto versículos 9-14). Y junto con Abraham son hoy parte de los “héroes de la fe” de Hebreos 11.

PREGUNTAS PARA REFLEXIÓN
1. ¿Deben los padres que creen en Dios escuchar su consejo y atender su dirección para bendición de su familia?
2. ¿Qué elogias de tus padres como hijo en la relación que tienen o tuvieron con el Señor? ¿Su fe, oración, estudio de la Palabra?
3. ¿Los padres deben orar por sus futuros yernos y nueras, aun cuando no han llegado a las vidas de sus hijos?
4. ¿Eres paciente para esperar las promesas del Señor? 5. ¿Crees que Dios es el único que puede abrir un vientre estéril? 6. ¿Buscas a Dios en oración y meditación de su Palabra para enfrentar los retos del futuro?

CONCLUSIÓN
Él Señor desea siempre revelarse a nuestras vidas. Es nuestra decisión estar abiertos a su sabiduría y ser pacientes en sus promesas. Dios nos dará la pauta para guiar nuestra vida, y así ser de bendición para muchas personas. Es muy importante dar testimonio de nuestra fe; así estaremos cumpliendo el mandato de Cristo de: “id y hacer discípulos”. Esto dará fruto primero en nuestra familia; ellos a su vez brillarán en este mundo llevando esa misma fe y esperanza a otros.

No caigamos en la trampa de buscar soluciones a nuestra manera fuera del consejo de la Palabra de Dios. Eso además de estarle comunicando al Señor que no se le tiene confianza, o que se le ha escapado el control de nuestra vida, también nos traerá pesar más adelante. Nuestra fe es probada al esperar en Dios. No nos agitemos dentro de nosotros mismos pensando que el Señor ha olvidado alguna área de nuestra vida.

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