Cristo te ama

6.- Santificado Sea Tu Nombre

BASE BÍBLICA:
Mateo 6:9   9 “… Santificado sea tu nombre”.

INTRODUCCIÓN:
En el modelo de oración que conocemos como el “Padre Nuestro”, encontramos una estructura que incluye siete peticiones. En tiempos de Jesús era el número que tradicionalmente pedían los judíos a Dios en sus oraciones. Las primeras tres hablan sobre la honra que debemos darle a Dios: “Santificado sea tu nombre, venga tu reino y hágase tu voluntad”.
Las otras peticiones están centradas en nuestras necesidades: “Danos hoy el pan nuestro de cada día, perdónanos nuestras deudas, no nos metas en tentación, mas líbranos del mal”.

Jesús establece el orden en la oración, dando prioridad a santificar el nombre del Padre (Salmos 29:2).
El nombre de una persona en las Escrituras lleva implícitos su naturaleza, su carácter y su personalidad (Mateo 1:21). Cuando Jesús nos guía a santificar el nombre de Dios, está aludiendo a que debemos buscar al Padre con una actitud de adoración, reverencia, alabanza, honor y acción de gracias, dado a su nombre un lugar único y especial en nuestra vida. Es como decir: “Que el nombre de Dios se trate de una manera reverente y especial a los otros nombres; que se dé al nombre de Dios una posición que sea absolutamente única” (Éxodo 20:7).

La Santidad de Dios
“… Santo, Santo, Santo, es el Señor de los ejércitos, llena está toda la tierra de su gloria” (Isaías 6:3). La raíz hebrea para santidad significa cortar, separar, apartar; quiere decir que Dios está absoluta y eternamente apartado de todo pecado e impureza moral. Gracias al sacrificio de Cristo, podemos acercarnos a nuestro Padre celestial, teniendo presente que Él es santo, es moralmente excelente y perfecto. No hay otra afirmación más contundente en la Biblia: Dios es la pureza personificada en todo (Salmos 96:9).

Por lo que resulta imposible que los hacedores de mal puedan vivir en su Presencia, hasta que no hayan sido purificados (Santiago 4:8). Dios es santo, y su nombre también; somos nosotros, sus hijos, los que debemos santificarlo, no solo con nuestras palabras, sino con nuestra alabanza, adoración y sobre todo dando testimonio con nuestra vida.

¿Cuál es el nombre de Dios?
Jesús, orando al Padre, dijo: “He manifestado tu nombre a los hombres…” (Juan 17:6). No se trata de un nombre específico, sino de la revelación de la naturaleza divina y sus atributos, los cuales son imposibles de describir con un solo título, pero sí podemos tener una visión del significado de su nombre observando la persona, la vida, las obras y las enseñanzas de Jesús (Juan 14:10).

Lo que Jesús muestra con respecto al nombre divino queda confirmado también a través de los muchos nombres con que Dios se revela a sí mismo en el Antiguo Testamento; lo vemos en las experiencias con los patriarcas, los profetas, con el pueblo de Israel o por ejemplo con Moisés, cuando lo envió a liberar al pueblo de Israel de la opresión egipcia: “Entonces dijo Moisés a Dios: He aquí, si voy a los hijos de Israel, y les digo: ‘El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros’, tal vez me digan: ‘¿Cuál es su nombre?’, ¿qué les responderé? Y dijo Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y añadió: Así dirás a los hijos de Israel: ‘YO SOY me ha enviado a vosotros’ … Este es mi nombre para siempre, y con él se hará memoria de mí de generación en generación” (Éxodo 3:13-15b).

Cuando Dios se presentó como el “YO SOY”, lo estaba haciendo como “El SEÑOR o YAVHÉ o JEHOVÁ” que significa: El que fue, es y será, o en otras palabras, EL ETERNO, Aquel que no tiene principio de días ni final de vida, el todopoderoso Dios (Apocalipsis 1:8).

Dios se da a conocer a través de sus nombres
El pueblo judío tenía tal reverencia hacia Dios, que por el temor a profanar su nombre no lo escribían y ni siquiera lo pronunciaban, este nombre se representa en nuestro alfabeto con cuatro consonantes: “YHVH”. En su lugar se referían a los atributos que solo Él posee. Invocaban a Dios pidiendo paz, liberación, productividad, victoria, ánimo, seguridad, poder, provisión y mucho más, por lo que podemos encontrar más de 85 nombres en las Escrituras con los que Dios se da a conocer y cada uno habla de quién es Él y cómo se relaciona con su creación.

Por ejemplo:
ELOHIM: Dios creador poderoso (Génesis 1:1-2)
EL SEÑOR RAFA: el Señor que sana (Éxodo 15:26)
EL ELIÓN: el Dios altísimo (Daniel 3:26)
ELOHIM JAYIM: el Dios vivo (Josué 3:10)
EL EMUNÁ: el Dios fiel (Deuteronomio 7:9)
EL KANNA: el Dios celoso (Éxodo 20:5)
EL SEÑOR HA-MELEK: el Señor, el Rey (Salmos 98:6)
ELOHÉ JASEDI: Dios de misericordia (Salmos 36:7)
ELOHENU OLAM: Dios eterno (Génesis 21:33)
EL SHADDAI: el Dios todopoderoso (Génesis 17:1)

Nombres de Dios en el Padre Nuestro
Podemos entender la profundidad de lo que representa la oración dada por Jesús en el Sermón del Monte, al descubrir los nombres (atributos) de Dios representados en cada expresión. Padre Nuestro: “Ab” avinu (Padre); que estás en los cielos: “Elohim Bashamayim” (Dios en los cielos); santificado sea tu nombre: “Elohim Kedoshim” (el Dios santo); venga tu reino: “Eli Maelekhi” (Dios, mi Rey); hágase tu voluntad: “Adonai” (el Dios que gobierna); danos hoy el pan nuestro: “el Señor-jireh” (el Señor, nuestro proveedor); perdona nuestras deudas: “el Nose” (el Dios perdonador); no nos dejes caer en tentación: “Elohim Ozer Li” (Dios, mi ayudador); líbranos del mal: “Elohim Majase Lanu” (Dios, nuestro refugio); porque tuyo es el reino y el poder y la gloria: “el Hakabod” (Dios de gloria).

Santifiquemos el nombre del Señor
¿Cómo no hemos de santificar el nombre del Señor, si Él ha sido bueno con cada uno de nosotros? ¿Cómo no hemos de adorar y glorificar su santo nombre, cuando le hemos visto revelado a nuestras vidas? Tenemos acceso directo a la santa presencia de Dios ahora mismo. El Dios tres veces Santo nos abrió sus brazos de amor. Demos gracias porque, a pesar de nuestras faltas, cuando le pedimos perdón, no nos señala, sino que extiende su brazo de amor para perdonarnos y para acercarnos a Él (2 Pedro 3:9).

PREGUNTAS PARA REFLEXIÓN:
1. ¿Todo el mundo puede ver la santidad de Dios? (Romanos 1:19-21)
2. ¿Hay esperanza para los que hoy no creen? (Efesios 2:1-5)
3. ¿Qué podemos compartir a los incrédulos? (Juan 3:16)
4. ¿Qué pasa si usamos el nombre de Dios en vano? (Éxodo 20:7)
5. ¿Santificas a Dios con tu vida?

CONCLUSIÓN: Cuando decimos a nuestro Dios y Padre: “Santificado sea tu nombre”, le estamos dando la gloria debida a su nombre. Es nuestra responsablidad dar un buen testimonio para que el nombre de Dios sea santificado (Ezequiel 36:23).
Hagámoslo en todo tiempo y momento donde sea que nos encontremos, ya sea en nuestro hogar, trabajo y cuando nos congregamos en la iglesia. Santifiquemos su nombre, proclamando su grandeza en medio de las alabanzas y también cuando nos encontramos con Él en medio de la oración. Pero, sobre todo, santifiquemos el nombre del Señor con nuestras vidas y nuestro testimonio, que nuestra adoración sea solo para Aquel que es digno de recibirla.

ORACIÓN:
Señor, no hay nadie como Tú; tu santidad me hace alabarte y adorarte. Gracias porque pusiste tus ojos en mí, a pesar de mi condición. Exalto tu nombre porque Tú que eres Aquel que es el alto y sublime que vive en la eternidad y en el corazón de tus hijos que te buscan. Perdóname por no honrar tu santo nombre; te pido, Señor, que me limpies con tu santidad. Quita todo estorbo que impida acercarme a tu presencia. Te lo pido en el nombre de Jesús, amén.

EPN-ESTUDIO 6

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