Cristo te ama

6.- Fidelidad

La fidelidad es la capacidad espiritual –el poder o la virtud– de dar cumplimiento a las promesas. Prometer es una acción soberana; revela una gran soberanía de espíritu, ya que exige decidir hoy lo que se va a hacer en adelante, bajo condiciones que no se pueden prever. El que promete corre un serio riesgo, porque se compromete a actuar de la forma que hoy juzga óptima en situaciones que pueden llevarle a pensar y sentir de modo distinto. El que es fiel cumple la promesa a pesar de los cambios en las ideas, las convicciones y los sentimientos, que pudiera provocar el tiempo. El que promete se adelanta al tiempo de modo lúcido y libre. El que cumple fielmente lo prometido lo hace consciente y voluntariamente.

La fidelidad es la capacidad de no engañar, no traicionar a los demás. Es un valor moral que faculta al ser humano para cumplir con los pactos y compromisos adquiridos. La fidelidad es entonces el cumplimiento de la palabra dada.

I. EL MAYOR EJEMPLO DE FIDELIDAD ES DIOS
1. Dios guarda su pacto y su misericordia con fidelidad.
Porque tú eres pueblo santo para el Señor tu Dios; el Señor tu Dios te ha escogido para ser pueblo suyo de entre todos los pueblos que están sobre la faz de la tierra.
     El Señor no puso su amor en vosotros ni os escogió por ser vosotros más numerosos que otro pueblo, pues erais el más pequeño de todos los pueblos; mas porque el Señor os amó y guardó el juramento que hizo a vuestros padres, el Señor os sacó con mano fuerte y os redimió de casa de servidumbre, de la mano de Faraón, rey de Egipto.
     Reconoce, pues, que el Señor tu Dios es Dios, el Dios fiel, que guarda su pacto y su misericordia hasta mil generaciones con aquellos que le aman y guardan sus mandamientos (Deuteronomio 7:6-9).

Dios es fiel y digno de confianza, Él cumple lo que promete. La fidelidad a Dios y la obediencia a su pacto no solo importan para la generación presente, también tiene consecuencias para el futuro.

Tu misericordia, oh Señor, se extiende hasta los cielos, tu fidelidad, hasta el firmamento (Salmos 36:5).

Su amor es más grande que los cielos. Su fidelidad va más allá de las nubes.

Que las misericordias del Señor jamás terminan, pues nunca fallan sus bondades; son nuevas cada mañana; ¡grande es tu fidelidad! (Lamentaciones 3:22-23).

El amor inalterable de Dios y su misericordia son más grandes que cualquier pecado, y Él promete perdonarnos. Por experiencia personal, Jeremías conocía la fidelidad de Dios. Dios prometió que el castigo seguiría a la desobediencia y sucedió así. Sin embargo, Él también prometió restauración y bendiciones futuras y Jeremías sabía que Dios también cumpliría esa promesa. Creer en la fidelidad de Dios día tras día nos hace confiar en sus grandes promesas para el futuro.

2. La fidelidad de Dios es para siempre.

Palabra fiel es esta: Que si morimos con Él, también viviremos con Él; si perseveramos, también reinaremos con Él; si le negamos, Él también nos negará; si somos infieles, Él permanece fiel, pues no puede negarse a sí mismo (2 Timoteo 2:11-13).

Él es fiel a sus advertencias y también a sus promesas. Esta verdad asegura la condenación del incrédulo y la salvación del creyente.

Dios es fiel con sus hijos, y aunque debamos sufrir grandes dificultades aquí, nos promete que algún día viviremos eternamente con Él. Esta verdad confortó a Pablo mientras pasaba por el sufrimiento y la muerte.

Si estamos enfrentando pruebas, no nos apartemos de Dios. Él nos promete un futuro maravilloso junto a Él.

3. Dios cumple todas sus promesas.
Pero como Dios es fiel, nuestra palabra a vosotros no es sí y no. Porque el Hijo de Dios, Cristo Jesús, que fue predicado entre vosotros por nosotros (por mí y Silvano y Timoteo) no fue sí y no, sino que ha sido sí en Él.
     Pues tantas como sean las promesas de Dios, en Él todas son sí; por eso también por medio de Él, Amén, para la gloria de Dios por medio de nosotros (2 Corintios 1:18-20).

Todas las promesas de Dios acerca de Cristo son verdaderas y confiables: un sí.

Mantengamos firme la profesión de nuestra esperanza sin vacilar, porque fiel es el que prometió (Hebreos 10:23).

Si el creyente hace su parte, no hay duda de que Dios cumplirá su parte del acuerdo.

II. LA FIDELIDAD DE DIOS NOS BENEFICIA
1. Su misericordia y fidelidad para con los suyos.
El Señor ha dado a conocer su salvación; a la vista de las naciones ha revelado su justicia. Se ha acordado de su misericordia y de su fidelidad para con la casa de Israel; todos los términos de la tierra han visto la salvación de nuestro Dios (Salmos 98:2-3).

Alabémosle por haber descubierto al mundo la obra de redención; su salvación y su justicia cumplen las profecías y las promesas del Antiguo Testamento. En prueba de este designio, Dios levantó a su Hijo Jesús para ser no solo luz para iluminar a los gentiles, sino la
gloria de su pueblo Israel.

2. Su fidelidad nos da protección.
El que habita al abrigo del Altísimo morará a la sombra del Omnipotente. Diré yo al Señor: Refugio mío y fortaleza mía, mi Dios, en quien confío. Porque Él te libra del lazo del cazador y de la pestilencia mortal. Con sus plumas te cubre, y bajo sus alas hallas refugio; escudo y baluarte es su fidelidad (Salmos 91:1-4).

Esos valores éticos y morales que se desprenden de la fe generan la seguridad necesaria y la paz requerida para afirmar con certeza que Dios es esperanza, refugio y fuente de confianza.

Pero fiel es el Señor quien os fortalecerá y protegerá del maligno (2 Tesalonicenses 3:3).

Existe una relación muy estrecha entre el fortalecer y el proteger. Al ser positivamente fortalecido en fe, amor, toda buena obra y palabra los creyentes serán guardados contra el pecado de claudicar ante Satanás. En todo esto el Señor Jesucristo manifestará su fidelidad.

No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea común a los hombres; y fiel es Dios, que no permitirá que vosotros seáis tentados más allá de lo que podéis soportar, sino que con la tentación proveerá también la vía de escape, a fin de que podáis resistirla (1 Corintios 10:13).

Pablo da a los corintios una palabra de consuelo. Las diversas tentaciones que sufrían eran normales; a través de los tiempos todos los creyentes tienen que resistir las tentaciones. Dios es tan bueno que no permitirá a los creyentes pasar por algo para lo cual no nos haya preparado. Él dará a cada creyente la gracia y el poder para resistir.

3. Su fidelidad nos impulsa a alabarle y testificar de Él.
Por siempre cantaré de las misericordias del Señor; con mi boca daré a conocer tu fidelidad a todas las generaciones. Porque dije: Para siempre será edificada la misericordia; en los cielos mismos establecerás tu fidelidad (Salmos 89:1-2).

El salmista está seguro de que las promesas de Dios durarán para siempre, de modo que él también alabará a Dios para siempre.

III. NOSOTROS TAMBIÉN DEBEMOS SER PERSONAS FIELES
1. La fidelidad es un fruto del Espíritu.
Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio propio; contra tales cosas no hay ley. Pues los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu (Gálatas 5:22-25).

Cuando el Espíritu controla completamente la vida del creyente, produce este resultado.

2. La Palabra de Dios nos exhorta a que seamos fieles.
Confía en el Señor, y haz el bien; habita en la tierra, y cultiva la fidelidad. Pon tu delicia en el Señor, y Él te dará las peticiones de tu corazón. Encomienda al Señor tu camino, confía en Él, que Él actuará; hará resplandecer tu justicia como la luz, y tu derecho como el mediodía (Salmos 37:3-6).

Mientras que los impíos viven para ellos mismos y para satisfacer sus deseos egoístas, la gente piadosa recibirá la recompensa divina de la tierra, disfrutará del atributo divino de la verdad, y recibirá las peticiones de su corazón.

El que es fiel en lo muy poco, es fiel también en lo mucho; y el que es injusto en lo muy poco, también es injusto en lo mucho (Lucas 16:10).

La fidelidad depende, no de la cantidad entregada, sino del sentido de responsabilidad.

3. Solo los cristianos fieles deben ser puestos para enseñar a otros.
Y lo que has oído de mí en la presencia de muchos testigos, eso encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros (2 Timoteo 2:2).

Pablo anticipa su muerte y desea que Timoteo vea la importancia de pasar a otros las
enseñanzas de los apóstoles para garantizar la continuidad de la fe cristiana.

4. La fidelidad tiene recompensa.
¡Amad al Señor, todos sus santos! El Señor preserva a los fieles, y retribuye plenamente a los que obran con soberbia (Salmos 31:23).

Mis ojos estarán sobre los fieles de la tierra, para que moren conmigo; el que anda en camino de integridad me servirá (Salmos 101:6).

Su señor le dijo: “Bien, siervo bueno y fiel; en lo poco fuiste fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor” (Mateo 25:21).

Debemos usar con diligencia nuestro tiempo, talentos y posesiones a fin de servir a Dios en todo lo que hagamos.

PREGUNTAS SOBRE EL ESTUDIO
1. ¿Crees verdaderamente en la fidelidad de Dios?
2. ¿Has prometido algo que después no cumpliste?
3. ¿Tus acciones son congruentes con tus palabras?
4. ¿Te han defraudado personas en las que confiabas?
5. ¿Alguna vez has engañado o traicionado?
6. ¿Te gustaría ser una persona leal y confiable?

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