Cristo te ama

20.- Servicio

Acción y efecto de servir. Es la disposición interna por la que se está al pendiente de las necesidades de los demás y de satisfacerlas en la medida de lo posible.

En el ministerio de Jesús la proclamación (kerigma) y el servicio (diaconía) iban de la mano. Sus palabras explicaban sus obras y sus obras respaldaban sus palabras. Palabras y obras eran expresiones de su compasión por la gente, y deben serlo de la nuestra. Palabras y obras surgen del señorío de Jesús, porque él nos envía al mundo a predicar y servir. Si proclamamos las buenas nuevas del amor de Dios, debemos manifestar su amor cuidando de los necesitados. En efecto, tan estrecho es el lazo entre la proclamación y el servicio, que en realidad se superponen.

I. JESÚS NUESTRO EJEMPLO DE SERVICIO
1. Se despojó así mismo de su gloria y tomó forma de siervo.
Haya, pues, en vosotros esta actitud que hubo también en Cristo Jesús, el cual, aunque existía en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, sino que se despojó a sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres (Filipenses 2:5-7).

Desde su nacimiento hasta su muerte, Jesucristo fue un ejemplo vivo de servicio. El demostró esta virtud no solo con sus palabras, sino con sus hechos. Su enseñanza fue completa, pues los que escucharon sus parábolas y sermones pudieron también ver en acción lo que él decía. Como Cristo, debemos tener una actitud de siervo y servir por amor a Dios y a los demás.

2. No vino para ser servido, sino para servir.
Así como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos (Mateo 20:28).

Jesús muestra el modelo de servicio que Él espera que sigan sus discípulos.

3. Manifestó entre sus discípulos un espíritu de siervo.
Y Jesús les dijo: Los reyes de los gentiles se enseñorean de ellos; y los que tienen autoridad sobre ellos son llamados bienhechores. Pero no es así con vosotros; antes, el mayor entre vosotros hágase como el menor, y el que dirige como el que sirve. Porque, ¿cuál es mayor, el que se sienta a la mesa, o el que sirve? ¿No lo es el que se sienta a la mesa? Sin embargo, entre vosotros yo soy como el que sirve (Lucas 22:25-27).

La perspectiva que tiene el Señor de la grandeza es exactamente la opuesta a la que tiene el resto del mundo.
Para los seguidores de Jesús, el servicio es la característica sobresaliente del liderazgo.

II. LA PALABRA DE DIOS NOS EXHORTA A QUE SIRVAMOS TANTO AL SEÑOR COMO A LOS DEMÁS CRISTIANOS
1. En el ministerio.
Mientras ministraban al Señor y ayunaban, el Espíritu Santo dijo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a la que los he llamado. Entonces, después de ayunar, orar y haber impuesto las manos sobre ellos, los enviaron (Hechos 13:2-3).

En Antioquía, la iglesia participó en la decisión del llamado de Dios a sus miembros para un servicio especial. La iglesia continuó participando en el ministerio de Bernabé y Saulo apartándolos y enviándolos a su nuevo trabajo.

Vosotros bien sabéis cómo he sido con vosotros todo el tiempo, desde el primer día que estuve en Asia, sirviendo al Señor con toda humildad, y con lágrimas y con pruebas que vinieron sobre mí por causa de las intrigas de los judíos; cómo no rehuí declarar a vosotros nada que fuera útil, y de enseñaros públicamente y de casa en casa, testificando solemnemente, tanto a judíos como a griegos, del arrepentimiento para con Dios y de la fe en nuestro Señor Jesucristo (Hechos 20:18-21).

Los que sirven al Señor en alguna actividad en forma aceptable y provechosa para el prójimo deben hacerlo con humildad.

No seáis perezosos en lo que requiere diligencia; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor (Romanos 12:11).

La exhortación nos induce a vivir en diligencia, a hacer las cosas con un espíritu de entusiasmo.

2. Contribuyendo a la paz y a la edificación mutua.
Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia y paz y gozo en el Espíritu Santo. Porque el que de esta manera sirve a Cristo, es aceptable a Dios y aprobado por los hombres. Así que procuremos lo que contribuye a la paz y a la edificación mutua (Romanos 14:17-19).

Nuestra primera prioridad debe ser el bienestar de nuestros hermanos en Cristo, no la defensa de nuestros derechos.

3. Sirviendo a nuestros líderes.
Pasadas estas cosas, Pablo decidió en el espíritu ir a Jerusalén después de recorrer Macedonia y Acaya, diciendo: Después que haya estado allí, debo visitar también Roma. Y habiendo enviado a Macedonia a dos de sus ayudantes, Timoteo y Erasto, él se quedó en Asia por algún tiempo (Hechos 19:21-22).

Pablo tenía gente fiel que servía en el ministerio. Así también deben rodearse los líderes actuales de este tipo de cristianos.

Y dio órdenes al centurión de que guardara a Pablo bajo custodia, pero con alguna medida de libertad, y que no impidiera a ninguno de sus amigos que lo sirvieran (Hechos 24:23).

Pablo tenía seguidores y amigos que le servían, fuera cual fuera su situación.

Pero os rogamos hermanos, que reconozcáis a los que con diligencia trabajan entre vosotros, y os dirigen en el Señor y os instruyen, y que los tengáis en muy alta estima con amor, por causa de su trabajo. Vivid en paz los unos con los otros (1 Tesalonicenses 5:12-13).

La forma en que podemos mostrar reconocimiento a nuestros líderes es diciéndoles el aprecio que tenemos por su trabajo y de todo el beneficio que este ha sido para nuestras vidas.

Os exhorto, hermanos (ya conocéis a los de la casa de Estéfanas, que fueron los primeros convertidos de Acaya, y que se han dedicado al servicio de los santos), que también vosotros estéis en sujeción a los que son como ellos, y a todo el que ayuda en la obra y trabaja (1 Corintios 16:15-16).

El apóstol demuestra su respeto y reconocimiento hacia ciertos líderes en la iglesia.

4. Sirviéndonos por amor los unos a los otros.
Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; sólo que no uséis la libertad como pretexto para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros. Porque toda la ley en una palabra se cumple en el precepto: AMARÁS A TU PRÓJIMO COMO A TI MISMO (Gálatas 5:13-14).

Cuando somos completamente libres, podemos entregarnos por amor, de todo corazón, a servir a otros.

5. Servir conforme al don recibido.
Pero teniendo dones que difieren, según la gracia que nos ha sido dada, usémoslos: si el de profecía, úsese en proporción a la fe; si el de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza (Romanos 12:6-7).

Según cada uno ha recibido un don especial, úselo sirviéndoos los unos a los otros como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios. El que habla, que hable conforme a las palabras de Dios; el que sirve, que lo haga por la fortaleza que Dios da, para que en todo Dios sea glorificado mediante Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el dominio por los siglos de los siglos. Amén (1 Pedro 4:10-11).

No somos dueños, sino mayordomos de lo que se nos ha encomendado. No debemos menospreciarlo o usarlo egoístamente para nosotros mismos. No todos hemos recibido el mismo don.

III. DEBEMOS SERVIR EN EL TRABAJO A NUESTROS JEFES COMO AL SEÑOR
Siervos, obedeced a vuestros amos en la tierra, con temor y temblor, con la sinceridad de vuestro corazón, como a Cristo; no para ser vistos, como los que quieren agradar a los hombres, sino como siervos de Cristo, haciendo de corazón la voluntad de Dios.

Servid de buena voluntad, como al Señor y no a los hombres, sabiendo que cualquier cosa buena que cada uno haga, esto recibirá del Señor, sea siervo o sea libre (Efesios 6:5-8).

Si cada responsabilidad la hiciéramos como al Señor, ¡cuánta diferencia habría en la calidad de nuestro trabajo!

IV. RECOMPENSAS POR SERVIR
1. Verdadera grandeza.
Pero Jesús, llamándolos junto a sí, dijo: Sabéis que los gobernantes de los gentiles se enseñorean de ellos, y que los grandes ejercen autoridad sobre ellos. No ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera entre vosotros llegar a ser grande, será vuestro servidor, y el que quiera entre vosotros ser el primero, será vuestro siervo; así como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos (Mateo 20:25-28).

Pero el mayor de vosotros será vuestro servidor (Mateo 23:11).

La aspiración de grandeza no es de posición, poder o prestigio; es de servicio.

2. Tener el gozo del Señor.
Su señor le dijo: “Bien, siervo bueno y fiel; en lo poco fuiste fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu Señor” (Mateo 25:21).

La recompensa no se presenta en términos de descanso, sino en términos de una oportunidad de servicio con mayor responsabilidad. El gozo del Señor será disfrutar de las bendiciones del reinado mesiánico.

3. Ser servidos por el Señor.
Dichosos aquellos siervos a quienes el Señor, al venir, halle velando; en verdad os digo que se ceñirá para servir, y los sentará a la mesa, y acercándose, les servirá (Lucas 12:37).

No solo siervos que trabajan, sino siervos que esperan.

4. Recibir honra de Dios Padre.
Si alguno me sirve, que me siga; y donde yo estoy, allí también estará mi servidor; si alguno me sirve, el Padre lo honrará (Juan 12:26).

La honra, la distinción y la grandeza se obtienen en el servicio, así como Jesucristo sirvió a los demás.

PREGUNTAS SOBRE EL ESTUDIO
1. ¿Tienes en realidad un espíritu de servicio?
2. Cuando sirves en un ministerio, ¿lo haces con alegría?
3. ¿Conoces el don especial que recibiste? ¿Lo estás usando?
4. ¿Cualquier cosa que haces, la haces como para el Señor?
5. ¿Puedes compartir en qué estás sirviendo hoy?

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