Cristo te ama

14.- Misericordia

La misericordia es la virtud que inclina el ánimo a compadecerse de los trabajos y desgracias ajenos. Se manifiesta en amabilidad, asistencia al necesitado, especialmente de perdón y reconciliación. Es más que un sentido de simpatía, es una práctica.

La misericordia tiene que ver con la expresión de un amor real por el prójimo que sufre. Se trata también de un acto de la voluntad. La misericordia puede ser tanto material como espiritual. Ofrecer alimento a un hambriento, dar un techo a quien no tiene casa o regalar ropa a alguien que viste con harapos son obras de misericordia, al igual que enseñar a quien no tiene acceso a la educación, consolar a quien se encuentra afligido o perdonar al que se equivoca.

Es importante distinguir entre la misericordia y la lástima, ya que esta última es pasajera y se aplica a la persona que la provoca (y no al que siente). Por ejemplo: al ver un hombre pidiendo limosna, otra persona puede sentir lástima (por el infortunado) y expresar su actitud misericordiosa invitándolo a cenar a su hogar.

En el cristianismo es un don que implica más que un sentimiento de compasión, ya que nos mueve a ayudar con acciones concretas en bien del que sufre, lo cual manifiesta la verdadera religión, por lo tanto su ejercicio debe realizarse con actividades que conlleven a solucionar necesidades específicas.

I. NUESTRO DIOS ES UN DIOS MISERICORDIOSO
1. Dios muestra su misericordia al hombre.
Y dijo: Oh Señor, Dios de Israel, no hay Dios como tú ni arriba en los cielos ni abajo en la tierra, que guardas el pacto y muestras misericordia a tus siervos que andan delante de ti con todo su corazón (1 Reyes 8:23).

Mas el que se gloríe, gloríese de esto: de que me entiende y me conoce, pues yo soy el Señor que hago misericordia, derecho y justicia en la tierra, porque en estas cosas me complazco—declara el Señor (Jeremías 9:24).

Desde lejos el Señor se le apareció, diciendo: Con amor eterno te he amado, por eso te he atraído con misericordia (Jeremías 31:3).

Dios alcanza a su pueblo con amor misericordioso motivado por un amor profundo y eterno.

2. Su misericordia es abundante.
Entonces pasó el Señor por delante de él y proclamó: El Señor, el Señor, Dios compasivo y clemente, lento para la ira y abundante en misericordia y verdad (Éxodo 34:6).

La gloria de Dios se revela en su misericordia, su gracia, su compasión, su fidelidad, su perdón y su justicia.

Él ama la justicia y el derecho; llena está la tierra de la misericordia del Señor (Salmos 33:5).

Él es justo y actúa con misericordia. En la cruz de Cristo la justicia y la misericordia encuentran su expresión más alta, pues la muerte de Jesús satisface la justicia que Dios requiere, y provee misericordia al pecador arrepentido.

Pues tú, Señor, eres bueno y perdonador, abundante en misericordia para con todos los que te invocan (Salmos 86:5).

Lo que creemos acerca de Dios es de suma importancia en la oración. El salmista sabe que existen muy buenas razones para confiar en Dios.

3. Su misericordia es eterna.
Dad gracias al Señor, porque Él es bueno; porque para siempre es su misericordia (1 Crónicas 16:34).

Porque el Señor es bueno; para siempre es su misericordia, y su fidelidad por todas las generaciones (Salmos 100:5).

Que las misericordias del Señor jamás terminan, pues nunca fallan sus bondades; son nuevas cada mañana; ¡grande es tu fidelidad! (Lamentaciones 3:22-23).

Qué confianza nos da saber que su misericordia y su fidelidad no son pasajeras.

4. La misericordia de Dios es confiable.
Mas yo en tu misericordia he confiado; mi corazón se regocijará en tu salvación (Salmos 13:5).

Pero yo soy como olivo verde en la casa de Dios; en la misericordia de Dios confío eternamente y para siempre (Salmos 52:8).

La fe del salmista tiene buena base, no en sí misma sino en la misericordia de Dios. Se basa en lo que Dios es, en sus promesas, y en que el mismo salmista ha experimentado este amor de Dios.

5. La misericordia de Dios es digna de alabanza.
Pero yo cantaré de tu poder; sí, gozoso cantaré por la mañana tu misericordia; porque tú has sido mi baluarte, y un refugio en el día de mi angustia.

Oh fortaleza mía, a ti cantaré alabanzas; porque mi baluarte es Dios, el Dios que me muestra misericordia (Salmos 59:16-17).

El salmista hace una gran afirmación de fe, seguridad y confianza en el Señor. Él cantará al poder divino y alabará de mañana su misericordia porque ha reconocido que Dios es su amparo en el día de angustia. ¡El Señor es su fortaleza y refugio! ¡El Señor es fuente de misericordia!

Porque tu misericordia es mejor que la vida, mis labios te alabarán. Así te bendeciré mientras viva, en tu nombre alzaré mis manos. Como con médula y grosura está saciada mi alma; y con labios jubilosos te alaba mi boca (Salmos 63:3-5).

El salmista expresa su alegría de conocer a Dios y su determinación de continuar alabándolo durante toda su vida.

La expresión «alzaré mis manos» es símbolo de oración, alabanza, humildad, reconocimiento del poder divino y gratitud ante la majestad del Señor.

II. LA PALABRA DE DIOS NOS MANDA QUE SEAMOS MISERICORDIOSOS
1. Nos exhorta a ello.
“¿No deberías tú también haberte compadecido de tu consiervo, así como yo me compadecí de ti?” (Mateo 18:33).

El perdón de Dios nos lleva a un deber moral, un compromiso inevitable, de perdonar a otros. No es una decisión optativa.

¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!, porque pagáis el diezmo de la menta, del eneldo y del comino, y habéis descuidado los preceptos de más peso de la ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad; y estas son las cosas que debíais haber hecho, sin descuidar aquellas (Mateo 23:23).

Estos religiosos daban el primer lugar a las cosas secundarias, y el segundo lugar a las cosas primarias, es decir a las cosas espirituales que tienen que ver con la justicia —la sincera diligencia para hacer lo correcto—, la misericordia —la activa bondad hacia el necesitado—, y la fe —fidelidad, integridad en el trato con los otros—. Mientras eran muy meticulosos en la observancia ceremonial, descuidaban los más altos deberes éticos y sociales impuestos por la ley. Jesús no los acusa por lo que hacían (diezmar las hierbas) sino por lo que no hacían.

Sed misericordiosos, así como vuestro Padre es misericordioso (Lucas 6:36).

Así que lo que ha de identificar al cristiano no es solamente ser diferente del mundo, sino ser semejante a Dios.

Y tened misericordia de algunos que dudan; a otros, salvad, arrebatándolos del fuego; y de otros tened misericordia con temor, aborreciendo aun la ropa contaminada por la carne (Judas 22-23).

Tenemos ciertas obligaciones con otros creyentes. Primero, tenemos que mostrar misericordia a quienes tienen cualquier tipo de necesidad espiritual o física. Segundo, tenemos que usar discernimiento (hacer una distinción) al ayudar a nuestros hermanos en la iglesia. Algunos requerirán cuidado y paciencia para ayudarlos a crecer en Cristo. Con otros, tal vez tengamos que usar medidas drásticas para rescatarlos de la tentación del pecado. Al rescatar a nuestros hermanos creyentes, siempre es necesario usar sabiduría y precaución para evitar ser atrapados en el pecado que los hizo caer..

2. Juicio sin misericordia tendrá el que no sea misericordioso.
Porque el juicio será sin misericordia para el que no ha mostrado misericordia; la misericordia triunfa sobre el juicio (Santiago 2:13).

Los cristianos que practican el amor y la misericordia, triunfarán en el juicio. Aquellos que no han mostrado misericordia no recibirán misericordia.

3. La verdadera sabiduría siempre está llena de misericordia.
Pero la sabiduría de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, condescendiente, llena de misericordia y de buenos frutos, sin vacilación, sin hipocresía (Santiago 3:17).

La sabiduría de Dios produce todo lo que se reconoce como la conducta del hombre justo.

III. LOS MISERICORDIOSOS SERÁN RECOMPENSADOS
1. Con misericordia.
Bienaventurados los misericordiosos, pues ellos recibirán misericordia (Mateo 5:7).

2. Heredarán el reino.
Entonces el Rey dirá a los de su derecha: “Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. “Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recibisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí”.

Entonces los justos le responderán, diciendo: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer, o sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos como forastero, y te recibimos, o desnudo, y te vestimos? ¿Y cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti?”.

Respondiendo el Rey, les dirá: “En verdad os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos hermanos míos, aun a los más pequeños, a mí lo hicisteis” (Mateo 25:34-40).

¿Cuál de estos tres piensas tú que demostró ser prójimo del que cayó en manos de los salteadores? Y él dijo: El que tuvo misericordia de él. Y Jesús le dijo: Ve y haz tú lo mismo (Lucas 10:36-37).

Jesús está enseñando que uno debe considerarse prójimo de cualquier necesitado y que debemos ser misericordiosos.

PREGUNTAS SOBRE EL ESTUDIO
1. ¿Te consideras una persona misericordiosa?
2. ¿Te compadeces por las necesidades de los demás?
3. ¿Qué tanto pones en práctica el ayudar a otros?
4. ¿Qué tan bendecido has sido en lo espiritual, físico y material?
5. ¿Crees que puedes ser una persona mejor para Dios y tus prójimos?

 

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