Cristo te ama

11.- El Cuerpo (2/2)

INMORALIDAD
Los israelitas asociaban la inmoralidad sexual con la inmundicia (impureza moral o religiosa, suciedad, contaminación), y lascivia (lujuria, libertinaje). En el Nuevo Testamento se agrega sensualidad, que es la facultad que posee una determinada persona, la cual provoca o conlleva a una reacción emocional de otra; produce o desencadena una atracción en los sentidos de cualquier otro individuo, e igualmente afecta la pureza sexual.

LA FORNICACIÓN
Tener relaciones sexuales antes de contraer matrimonio es fornicación. Este acto inmoral desata el libre placer sexual entre dos personas solteras. Este disfrute íntimo solo se reserva para la pareja de vida que se eligió para ser su cónyuge. Cabe decir que la palabra fornicación (porneia) en la Palabra de Dios abarca más que tener relaciones prematrimoniales. Incluye todo acto sexual no bien visto a los ojos de Dios, como adulterio, incesto, homosexualidad, lesbianismo, bestialismo, prostitución, orgías, etcétera.

El Señor Dios advirtió a su pueblo Israel de las inmoralidades sexuales que sucedían en la tierra que se encontraban y en la que iban a poseer, y que se encontraba ocupada por otras naciones.

“Y el Señor habló a Moisés, diciendo: Habla a los hijos de Israel y diles: «Yo soy el Señor vuestro Dios. No haréis como hacen en la tierra de Egipto en la cual morasteis, ni haréis como hacen en la tierra de Canaán adonde yo os llevo; no andaréis en sus estatutos. Habréis de cumplir mis leyes y guardaréis mis estatutos para vivir según ellos; yo soy el Señor vuestro Dios. Por tanto, guardaréis mis estatutos y mis leyes, por los cuales el hombre vivirá si los cumple; yo soy el Señor” (Levítico 18:1-5).

Seguidamente de esta instrucción, se enumera una amplia lista de inmoralidades que cometían en Egipto donde estaban establecidos, y en Canaán, a donde iban a entrar para poseer la tierra. (versículos 6-30). Estas incluían incesto, relación con el mismo sexo y otras perversiones. Mencionaban a la relación sexual como “descubrir la desnudez”.

En el Nuevo Testamento sucede lo mismo que con Moisés a Israel, con las instrucciones del apóstol Pablo: “sabéis qué preceptos os dimos por autoridad del Señor Jesús” (1 Tesalonicenses 4:1-2) dirigiéndose a personas recién convertidas:

“Porque esta es la voluntad de Dios: vuestra santificación; es decir, que os abstengáis de inmoralidad sexual; que cada uno de vosotros sepa cómo poseer su propio vaso en santificación y honor, no en pasión de concupiscencia, como los gentiles que no conocen a Dios” (1 Tesalonicenses 4:3-5).

EL CASO DE LOS CORINTIOS
Para los griegos del primer siglo, el cuerpo era algo secundario; lo que realmente importaba era el alma. Con una filosofía libertina del sexo, y rodeados de prostitutas en el templo, era común esta práctica. La enseñanza acerca del pecado sexual y la prostitución fue importante especialmente para la iglesia en Corinto porque el templo de la diosa Afrodita estaba en su ciudad. Empleaba a más de mil prostitutas como sacerdotisas y el sexo formaba parte del ritual de adoración. No solo eso, sino que también surgió un caso en que un hijo tenía relaciones con la mujer de su padre (1 Corintios 5:1).

Su pensamiento era que, si el estómago está hecho para la comida, y la comida para el estómago, lo mismo pasaba con los otros instintos; el cuerpo está hecho para el acto sexual, y el acto sexual para el cuerpo; por tanto, hay que satisfacer todos los deseos del cuerpo. (1 Corintios 6:13-19). La respuesta de Pablo es que el estómago y la comida son cosas temporales, y llegará el día en que dejen de existir. Pero el cuerpo, que representa a la personalidad, el ser humano en su conjunto, no está hecho para desaparecer, sino para estar unido a Cristo en este mundo y, aún más íntimamente, en el porvenir (1 Corintios 6:14).

Cristo murió para salvar no sólo una parte de la persona, sino toda ella (alma y cuerpo). Él dio su vida para darnos un alma redimida y un cuerpo puro. Por esa razón, un cristiano no tiene un cuerpo para hacer con él lo que quiera, sino que ese cuerpo pertenece a Cristo; así que cada cual debe usarlo, no para satisfacer su propia pasión. (Santiago 1:14), sino para la gloria de Cristo. El apóstol menciona que, aunque un cristiano es libre para actuar con independencia, no debe dejarse dominar por nada. El gran hecho de la fe cristiana es que nos hace libres, no para pecar, sino para no pecar (Romanos 6:19).

EL ADULTERIO
“No cometerás adulterio” (Éxodo 20:14).

El adulterio es llanamente romper la fidelidad matrimonial por parte de uno de los cónyuges. Esto sucede al unirse sexualmente a otra persona que no forma parte del pacto de matrimonio.

“El ojo del adúltero espera el anochecer, diciendo: «Ningún ojo me verá», y disfraza su rostro” (Job 24:15).

“Así es el camino de la mujer adúltera: come, se limpia la boca, y dice: No he hecho nada malo” (Proverbios 30:20).

El adulterio destruye el alma, el hogar y la familia. “Él que comete adulterio no tiene entendimiento; destruye su alma el que lo hace” (Proverbios 6:32). Y ensucia la pureza del lecho (cama) matrimonial. “Sea el matrimonio honroso en todos, y el lecho matrimonial sin mancilla, porque a los inmorales y a los adúlteros los juzgará Dios” (Hebreos 13:4).

Es un error de pensamiento que se puede seguir buscando a alguien si ya ha llegado alguien a nuestra vida. O que una relación nueva puede mejorar a la que ya tenemos. Lo que sí es sano es invertir en la relación con la que nos comprometimos desde el principio. Los años pueden pasar, pero siempre se es fiel a la pareja que se escogió desde que se era joven (Proverbios 5:18).

“Habéis oído que se dijo: «No cometerás adulterio». Pero yo os digo que todo el que mire a una mujer para codiciarla ya cometió adulterio con ella en su corazón” (Mateo 5:27- 28).

Jesús se refiere que al mirar a una mujer con una mirada que solo le debes a tu propia mujer, un deseo sexual intenso, le faltas en fidelidad a tu cónyuge. “Hice un pacto con mis ojos, ¿cómo podía entonces mirar a una virgen?” (Job 31:1).

Al pasar los años, ya estando en matrimonio, tendrán que comprender que solamente tendrán ojos y atención para su pareja tanto en lo físico, emocional y espiritual.

“No codiciarás la casa de tu prójimo; no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su asno, ni nada que sea de tu prójimo” (Éxodo 20:17).

LA INMORALIDAD SEXUAL ES OBRA DE LA CARNE
“Ahora bien, las obras de la carne son evidentes, las cuales son: inmoralidad, impureza, sensualidad” (Gálatas 5:19).

Otra versión lo vierte como “adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia”. Al ser obras de la carne, va contra lo que es del Espíritu y lo que el Señor desea para nosotros como su buena voluntad (Gálatas 5:17). El Señor desea que todas estas pasiones queden sin poder en nosotros, “hacer morir” o “no abastecer” para estas obras de la carne.

“Por tanto, considerad los miembros de vuestro cuerpo terrenal como muertos a la fornicación, la impureza, las pasiones, los malos deseos y la avaricia, que es idolatría” (Colosenses 3:5).

“Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados; y andad en amor, así como también Cristo os amó y se dio a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios, como fragante aroma. Pero que la inmoralidad, y toda impureza o avaricia, ni siquiera se mencionen entre vosotros, como corresponde a los santos” (Efesios 5:1-3).

Somos imitadores de Dios y Cristo al no dar cabida a la inmoralidad e impureza, y a todo aquello que pueda mancharnos y degradar la conducta cristiana.

PARA REFLEXIÓN:
1. Hemos sido redimidos tanto en nuestro ser interior como exterior. El precio fue la sangre de Cristo.
2. ¿Qué es lo que realizas para hacer morir la inmoralidad sexual de tu vida?
3. El cuerpo es el templo del Espíritu Santo, y por ende hay que honrarle dando un buen uso de este.
4. ¿Tu manera de vestir despierta el deseo e incita los sentidos del sexo opuesto?
5. La fe cristiana nos hace libres, no para pecar, sino para no pecar. Escogiendo la pureza sexual.

CONCLUSIÓN:
La pureza sexual es un tema poco novedoso en nuestros días, porque se ha desbordado una inmensa actividad de inmoralidad. Sin embargo, es lo más sano y que trae armonía ante Dios y toda relación humana. Cuando un joven escoge a una persona para el noviazgo, lo hace para formalizar con miras al matrimonio. Esto no debe ser un enredo de enamoramientos temporales en los que salen a cada momento de una relación, en los que puede peligrar su pureza ante Dios.

En cuanto al matrimonio, Dios se agrada de la fidelidad de la pareja porque se está respetando la manera que bendijo la relación entre hombre y mujer desde el inicio, así como en el ámbito sexual en el que ellos se iban a complementar “serán una sola carne” (Génesis 2:24). Esta representación también manifiesta la fidelidad de la Iglesia a Cristo como uno solo. “¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo?” (1 Corintios 6:15a).

Podemos concluir que todo joven antes de casarse debe escoger a una mujer pensando en pactar un compromiso de amor y fidelidad, con toda seriedad en el tema del matrimonio. Y que todo hombre o mujer que ya están casados nunca deben buscar otras personas, pues han ligado sus vidas para solo tener ojos para su propio cónyuge. Eso debe darles gozo y cesar todo intento de buscar otra persona.

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